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viernes, 10 de junio de 2011

Iglesia de la Compañia de Jesus en el Cuzco





IGLESIA COMPAÑÍA DE JESUS en el CUZCO

"El templo (de la Compañía) es cuzqueño a pesar de su intenso españolismo (...). El imafronte, armado como con piezas de platero, la original composición de las torres con sus bases desnudas, como todas las del Cuzco, y su cúpula central revestida de ladrillos esmaltados y de sorpresa a ese monumento".
(Héctor Velarde, Arquitectura peruana, 1946).

Aunque los jesuitas fueron la última de las grandes congregaciones religiosas en llegar a la ciudad del Cusco, para la construcción de su iglesia y convento obtuvieron un lugar privilegiado en la Plaza Mayor gracias a la intervención del propio virrey Toledo.

La construcción de la iglesia original fue iniciada en 1571 (ó 1576) sobre los terrenos del antiguo Amarucancha, palacio del Inca Huayna Cápac, que era uno de los palacios más modernos y más grandes que rodeaban la plaza mayor del gran Qosqo. Los terrenos de este palacio fueron otorgados a Hernando Pizarro. Años más tarde la propiedad fue comprada a los herederos del conquistador por Diego de Silva y su esposa Teresa Orgoñez, quienes lo donaron a los Jesuitas tiempo después de su llegada a esta ciudad en 1571.
En el año 1650, la iglesia principal fue devastada por el terremoto. Esto les permitió emprender, el año siguiente, una reconstrucción más ambiciosa, en el que una verticalidad acentuada -que parece empinarse por encima del templo mayor- estableció un desafiante contrapunto con respecto a la Catedral.

Pese a las protestas del cabildo, las obras continuaron de acuerdo a lo planeado y su reinauguración, en 1668, tardó 17 años. Aunque no se conoce al autor de la traza de la iglesia actual (se dice que fue un jesuita flamenco, Juan Bautista Egidiano), las obras de la fachada fueron dirigidas por Diego Martínez de Oviedo.

Este templo ejerció una gran influencia en el desarrollo de la arquitectura barroca surandina, y es considerado como una de las mejores muestras del barroco colonial en América. La traza original, la fachada tallada de piedra, y un hermoso altar revestido en pan de oro, construido sobre una capilla subterránea, son el mejor ejemplo.


La iglesia
Fue construida en andesita y tiene la más bonita fachada entre las iglesias de la ciudad. En la entrada principal se observa a la Virgen de la Inmaculada Concepción, tallada en berenguela (mármol). Muy cerca de ella hay dos capillas externas que apoyan a la iglesia principal; hacia el norte está la capilla de la Virgen de Loreto (desde 1894 es conocida como la capilla de la Virgen de Lourdes), que hoy todavía sirve para el culto y donde casi siempre se adora al Señor de Burgos (que se trajo de la iglesia de San Agustín). Hacia el sur está la capilla de San Ignacio de Loyola que se otorgó a la Sociedad de Artesanos del Qosqo.

Al ingresar al templo principal destacan el Altar Mayor de tres cuerpos y columnas salomónicas, el púlpito de madera y numerosos retablos barrocos, platerescos y churrigerescos. La iglesia es de una sola nave ancha dispuesta en cruz latina, que privilegia claramente el área del crucero cubierto por una gran cúpula. Pese al arcaísmo de sus bóvedas de crucería, la concepción general del edificio es plenamente barroca y el trabajo de cantería que lucen sus muros es el más fino de toda la ciudad.

En un extremo, el Altar Alto -tallado en madera de cedro en un estilo híbrido, por Diego Martínez de Oviedo-, fue completamente dorado con hojuelas de oro por Cristóbal Clemente, en 1670. Este altar tiene 21 metros (69 pies) de alto y 12 metros (39 pies) de ancho, en su parte central se encuentra la efigie de la Virgen de la Inmaculada Concepción y, sobre ella, se muestra un lienzo que representa la Transfiguración del Señor; por encima de él hay una estatua de un personaje no identificado.

Su monumental retablo mayor, adornado con columnas salomónicas e íntegramente dorado, tiene pinturas y tallas de gran interés, como una antigua imagen de la Virgen y una tabla que representa La Transfiguración, atribuida al jesuita flamenco Diego de la Puente.

La nave principal también tiene un camino que comunica las dos capillas laterales, hay seis retablos con estilo de los buzos y un púlpito completamente dorado. En ambos lados del Altar Mayor hay otros 4 altares de madera de cedro, tres de ellos muy ricos.
Después de los trabajos de la restauración, en 1986, se descubrió bajo el Altar Mayor un subsuelo muy interesante.


La portada
La portada, tipo "retablo", presenta torres de mediana altura y sus muros de piedra han sido cuidadosamente trabajados. Se integra armoniosamente con el resto del templo y sus torres aparecen divididas en dos tramos, dejando el inferior libre de toda decoración, mientras que el de la parte alta ostenta sendos "balcones" con repisas salientes. En el arranque de los campanarios, una gran cornisa volada une las torres con el frontis, curvándose en forma trilobulada sobre el remate de éste. Finalmente, el cuerpo alto de las torres tiene planta cuadrada, sus "ojos de buey", la cupulilla octogonal y los pináculos, alrededor, definen el perfil típico de los campanarios cusqueños.


La decoración
Similar suntuosidad se ve en las tribunas labradas y el resto de los retablos, algunos de los cuales pertenecieron al desaparecido templo de San Agustín. Dentro de la colección de esculturas y pinturas dignas de admirar, el templo exhibe debajo del coro del Altar Mayor, obras de arte de Marcos Zapata y su ayudante Cipriano Gutiérrez. En ambos lados de la verja principal del Altar Mayor -alrededor de las ventanas de alabastro (Huamanga)- hay dos lienzos que representan la vida de San Ignacio de Loyola, en uno se halla curando a los enfermos y en el otro se presenta victorioso encima de los herejes y las personas cismáticas que causaron la reforma religiosa.

También hallamos dos pinturas de mucho valor histórico. La primera, ubicada en la pared norteña: "El Matrimonio de Martín García Oñas de Loyola con Clara Beatriz Qoya", que grafica la unión de este capitán español, sobrino de San Ignacio de Loyola y aprehensor de los últimos incas de Túpac Amaru, y la ñusta de estirpe Inca, hija de Sayri Túpac y por consiguiente sobrina de Túpac Amaru, (Clara Beatriz era la heredera absoluta del Marquesado de Oropesa, y de este matrimonio nació Lorenza Ñusta de Loyola, quien se casó con Juan Borgia, hijo de San Francisco Borgia); en el lienzo se encuentran también Túpac Amaru y Sayri Túpac, quienes, al igual que la princesa, visten ropa nativa; detrás de ellos aparece el "achiwa", una especie de sombrilla hecha de plumas de pájaros multicolores y utilizado solamente por el Inca. La segunda se encuentra en la pared del sur y representa la boda de Beltrán García de Loyola con Teresa Idiáquez, hija de Juan Idiáquez con Magdalena de Loyola.


Capilla de San Ignacio de Loyola
La capilla de San Ignacio de Loyola se encuentra hacia el sur y a su lado, hoy, funciona el local central de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. Ese edificio sirvió originalmente a la Universidad de San Ignacio de Loyola, que era parte de la Universidad de la Transfiguración, creada por el Papa Gregorio XV, en 1621. Después de que los Jesuitas fueran expulsados en 1767, el local sirvió como cuartel del ejército y prisión de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru. A fines del siglo XIX albergó a la famosa Sociedad de Artesanos. La capilla es pequeña y austera, de una sola nave construida en piedra, con una portada bastante más sobria que la del templo principal. Actualmente es una sala de exposiciones.


Paraninfo Universitario
Al lado de su iglesia, los jesuitas levantaron su propia Universidad: San Ignacio de Loyola, hoy convertida en local de la Universidad Nacional San Antonio de Abad. Paradójicamente, ambas instituciones protagonizaron una enorme rivalidad a fines del siglo XVII. La fachada de piedra data de esa época y armoniza con la del templo, pero su tratamiento es bastante más libre.

Su composición, a modo de retablo, se adorna con un profuso almohadillado y con ventanas ciegas, puramente decorativas. Su amplio vestíbulo, coronado por una cúpula, es único en el Cusco. El claustro interior, que contiene una austera arquería de piedra, sirvió de modelo a otros de la ciudad. Uno de los atractivos del edificio es el Museo de Ciencias Naturales que alberga.

El Seminario de San Antonio de Abad se fundó en 1598 en un edificio de la calle de las Nazarenas (hoy el Hotel Monasterio); un siglo después, en 1692, mediante un documento dado por el Papa Inocencio XII, se creó sobre su base la Universidad de San Antonio de Abad.


Capilla de Loreto
En el lado izquierdo de su iglesia, los jesuitas construyeron esta capilla de indios entre 1651 y 1654. Al igual que la anterior, se halla en un plano más retirado y su sobria decoración no compite con el edificio principal. Lamentablemente, su interior no conserva nada de la decoración original.

Dibujo de Joaquin Gonzales
http://www.cusco-peru.org/