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miércoles, 27 de enero de 2016

Soledad ¿?



Soledad  ¿?

A menudo nos sentimos solos. Invadidos por ese regusto agridulce de saber que hay algo muy dentro que nadie puede llenar. Que llega la noche, cierras los ojos y -aunque compartas la cama- se impone siempre un instante último en el que solo estas tú.

Y es que hay una «soledad temida». Es la soledad de sentir la indecisión, el miedo a decirte las verdades, el desengaño, la incomprensión de quien te importa, el abandono de los tuyos. Ese vacío que te haría cambiarlo todo por una caricia.

Pero también hay una «soledad querida». La soledad que buscas, necesitas y persigues. La de tu cuarto en silencio, cuando conectas con lo profundo de ti. La de aquella montaña entre la bruma, que te invita de nuevo a soñar. La del último banco de esa iglesia, pequeña y oscura, en la que brilla callada una vela que te lanza a esperar.


Soledades que vienen o que buscas. Pero que son parte de la vida, sin más. Soledades que Diosque trabaja y labora por mí en todas las cosas»- puede ser capaz de llenar.
(Ejercicios Espirituales, 236).

From: F: Espiritualidad Ignacina