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domingo, 27 de septiembre de 2015

"Mi encuentro con el Papa" - Víctor Hugo Miranda sj


"Mi encuentro con el Papa".

Desde #Cuba escribe el jesuita peruano Víctor Hugo Miranda para la columna Religión y Vida (Diario La República).

26.09.2015
En esta misma columna ya he escrito dos veces sobre el papa Francisco. Ahora me animo a hacerlo de nuevo, pero de modo testimonial, dando cuenta de lo que ha significado conocerlo en persona, darle la mano, intercambiar un par de frases con él, y escucharlo hablar a la gente joven de Cuba. El domingo 20 de setiembre por la mañana tuvo la Eucaristía en la Plaza de la Revolución en La Habana, a la que llegó una hora antes para saludar a la gente y bendecir a los enfermos. En la tarde se reunió con el clero y los religiosos y al final del día se encontró con miles de jóvenes y los instó a soñar en grande, a no perder la esperanza, y a no caminar solos, sino siempre al lado de otros en la construcción de sus sueños, a que sean artífices de paz y de amistad en un mundo marcado por la violencia y la guerra.

Pero a media tarde, el Papa se salió del protocolo, como lo ha hecho en otros viajes, para saludar a sus compañeros jesuitas. Aunque no teníamos ninguna confirmación ni seguridad de que así sucedería, un grupo de jesuitas nos juntamos en la Iglesia del Sagrado Corazón y San Ignacio. Y allí, cuando volvía del encuentro con Raúl Castro, el Papa interrumpió su recorrido para detenerse en la Iglesia jesuita de La Habana. Y ello me permitió ver en carne propia aquello que tantas veces he escuchado decir de él: que transmite paz, que es accesible, que tiene sentido del humor. Desde que se detuvo frente a la iglesia, no dejó de saludar a todos los que se congregaron allí para darle la bienvenida. Luego accedió a tomarse una foto con todos los jesuitas que estábamos esperándolo allí. Y además se dio el tiempo de darnos la mano a cada uno. A mí me tocó saludarlo dos veces y hasta de intercambiar un par de palabras con él. Se emocionó al saber que algunos de los que estábamos allí éramos un grupo de jesuitas en formación. Bromeó con nosotros y se despidió, pidiéndonos que “recemos por él”, de modo sencillo y familiar. El hombre que dirige los destinos de la Iglesia Católica en el mundo entero se mostró delante de nosotros como un hombre alegre, con la sonrisa en el rostro, de saludo cariñoso y cercano, un verdadero pastor de la Iglesia, un verdadero hombre de Dios.

Víctor Hugo Miranda, SJ