"He
sido testigo de la fe y la caridad de éste pueblo”, el Papa al despedirse de
los EE.UU.
28.09.2015
RV).-
“Doy gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de
Dios en este País, como ha quedado manifestado en nuestros momentos
comunitarios de oración y se puede ver en tantas obras de caridad”. Con estas
palabras el Papa Francisco saludó y agradeció a los organizadores, voluntarios
y bienhechores del Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.
En
el último evento de la intensa Visita Apostólica del Santo Padre a los Estados
Unidos, el Pontífice señaló que su partida lo hacía “con el corazón lleno de
gratitud y esperanza”. Luego de agradecer a cuantos hicieron posible su visita;
agradeció a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro,
por su “sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han
hecho ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad”.
Pido
al Señor que estos días de oración y reflexión, sobre la importancia de la
familia para una sociedad sana, afirmó el Obispo de Roma, animará a las
familias a seguir esforzándose en el camino de la santidad y a ver a la Iglesia
como su segura compañera de camino, independientemente de los desafíos que
tengan que afrontar.
Recordando
los días transcurridos en los Estados Unidos, señaló que para él, “fue
especialmente emotivo la canonización de san Junípero Serra, que nos recuerda a
todos nuestro llamado a ser discípulos misioneros”. Así como fue la visita,
“junto a mis hermanos y hermanas de otras religiones, dijo el Papa, a la Zona
Cero, lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo, tenemos
la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en el plan
misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo”.
“Sus
atenciones conmigo y su generosa acogida son signo de su amor y fidelidad a
Jesús, agregó el Pontífice. Lo son también sus atenciones para con los pobres,
los enfermos, los sintecho y los inmigrantes, su defensa de la vida en todas
sus etapas y su preocupación por la familia”. Antes de concluir, el Santo Padre
dijo, “quiera Dios que estos días que hemos compartido produzcan frutos
abundantes y permanentes; que la generosidad y el cuidado por los demás
perduren” y los encomendó al cuidado maternal de María Inmaculada, Patrona de
los Estados Unidos.
(Renato
Martinez – Radio Vaticano)
Texto
del discurso del Papa Francisco :
Sr.
Vicepresidente,
Distinguidas
Autoridades,
Hermanos
Obispos,
Queridos
amigos:
Los
días que he pasado con ustedes se me han hecho cortos. Pero han sido para mí
días de mucha gracia y pido al Señor que también lo hayan sido para ustedes.
Quiero que sepan que, ahora que me preparo para partir, lo hago con el corazón
lleno de gratitud y esperanza.
Estoy
muy agradecido a todos ustedes y también a todos los que se han empleado a
fondo para hacer posible mi visita y preparar el Encuentro Mundial de las
Familias. De manera particular, doy las gracias al Arzobispo Chaput y a la
Arquidiócesis de Filadelfia, a las Autoridades Civiles, a los organizadores y a
los muchos voluntarios y bienhechores que han colaborado de una u otra manera.
Gracias
también a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro.
¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida! Sin embargo, su
sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han hecho
ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad. Pido al Señor
que estos días de oración y reflexión sobre la importancia de la familia para
una sociedad sana, animará a las familias a seguir esforzándose en el camino de
la santidad y a ver a la Iglesia como su segura compañera de camino,
independientemente de los desafíos que tengan que afrontar.
Al
finalizar mi visita, quisiera también agradecer a todos los que han colaborado
en la preparación de mi permanencia en las Arquidiócesis de Washington y Nueva
York. Para mí fue especialmente emotivo la canonización de san Junípero Serra,
que nos recuerda a todos nuestro llamado a ser discípulos misioneros. También
lo fue la visita, junto a mis hermanos y hermanas de otras religiones, a la
Zona Cero, lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo,
tenemos la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en
el plan misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo.
Señor
Vicepresidente, le pido que reitere al Presidente Obama y a los miembros del
Congreso mi gratitud, junto con la seguridad de mis oraciones por el pueblo
estadounidense. Esta tierra ha sido bendecida con grandes dones y
oportunidades. Ruego al Señor para que ustedes sean administradores buenos y
generosos de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados.
Doy
gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de Dios
en este País, como ha quedado manifestado en nuestros momentos comunitarios de
oración y se puede ver en tantas obras de caridad. Dice Jesús en las
Escrituras: «En verdad les digo que cada vez que lo hicieron con uno de estos,
mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 24,40). Sus atenciones
conmigo y su generosa acogida son signo de su amor y fidelidad a Jesús. Lo son
también sus atenciones para con los pobres, los enfermos, los sintecho y los
inmigrantes, su defensa de la vida en todas sus etapas y su preocupación por la
familia. En todos estos casos se ve que Jesús está en medio de ustedes y que el
cuidado de los unos por los otros es el cuidado con que tratan al mismo Jesús.
Ahora
que los dejo, les pido a todos, especialmente a los voluntarios y bienhechores
que han asistido al Encuentro Mundial de las Familias: No dejen que su
entusiasmo por Jesús, por la Iglesia, por nuestras familias y por la familia
más amplia de la sociedad se apague. Quiera Dios que estos días que hemos
compartido produzcan frutos abundantes y permanentes; que la generosidad y el
cuidado por los demás perduren. Y ya que nosotros hemos recibido mucho de Dios
–dones concedidos gratuitamente, y no por nuestros méritos–, que también nosotros
seamos capaces de dar gratuitamente a los demás.
Queridos
amigos, los saludo a todos en el Señor y los encomiendo al cuidado maternal de
María Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos. Los tendré presentes en mis
oraciones a ustedes y a sus familias, y les pido, por favor, que recen por mí.
Que Dios los bendiga. ¡Que Dios bendiga a América!