Santo Cristo de la Grita, Venezuela |
Jesús
tiene el poder de dar su vida por nosotros y de recobrarla por su comunión con
el Padre
Ser
para los otros, darse a los demás, entregarse, gastar la vida, es lo que hace
Jesús por aquellos que el Padre le ha dado. Como hace un padre, una madre, un
hermano mayor. La vida hasta morir por amor al otro es el tema de la imagen del
“buen pastor”, sobre la que habla Jesús en el Evangelio de Juan. Y no es la
ilusión engañosa de la idílica “vida color de rosa”, porque en la parábola
aparece el amor probado fuertemente por la dificultad y peligro: el lobo asecha
vorazmente a las ovejas.
En
este marco aparece la diferencia entre el pastor y el empleado o “asalariado”,
que algunos traducen directamente “mercenario”, porque lo hace por interés y no
por amor. El mercenario hasta mata por dinero.
Pero
también podemos hacer la distinción entre un pastor por oficio y el “buen
pastor” que es ciertamente Jesús de Nazaret de manera paradigmática y única.
Este pastor es “bueno”, no solamente porque el amor lo distingue del empleado o
mercenario, sino porque su amor está “conectado”; en comunión estrecha, fiel y
obediente con el Amor del Padre. Jesús no cuida a sus ovejas por gusto, placer
o realización personal. Jesús de la vida por amor porque –como él mismo lo
confiesa en la parábola- “ese es el mandato” que recibió de su Padre, que es el
Padre, creador, dueño y Señor de las ovejas. Las ovejas son suyas porque el
Padre se las ha encomendado.
Es
todo lo contrario de la autoreferencialidad del mercenario.
La
prueba de esta comunión y obediencia en el amor con el Padre está en la
resurrección: “tengo el poder de dar la vida y retomarla. Nadie me la quita, yo
la doy libremente”. Morir por el otro y recobrar la vida en el amor del Padre
que lo ama porque Jesús lo ama siendo obediente a su mandato de amor, es una
misma cosa, porque el Amor de Dios es invencible. Por eso no se pueden separar
en la mente, el corazón y las manos de Jesús; ni en sus pensamientos, palabras
y obras.
Es
el poder y fuerza de este amor victorioso de su corazón lo que Jesús nos ofrece
para liberarnos y guiarnos a la Vida plena. Aceptemos formar parte del rebaño.
Dejémonos buscar y encontrar por Jesús. Dejémonos cargar sobre los hombros,
para regresar a la unidad y comunión del rebaño en el amor de Dios.
REFLEXIONES
EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
RV