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sábado, 1 de marzo de 2014

“Pobre para los pobres – La misión de la Iglesia”. Libro del Cardenal Gerhard Ludwig Müller


Pobre para los pobres – La misión de la Iglesia”. 

01 marzo 2014
(RV).- “Pobre para los pobres – La misión de la Iglesia”. Así se titula el libro del Cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, que recopila algunas intervenciones junto a las contribuciones del Sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la Teología de la liberación, y de Josef Sayer.

El volumen, editado por la Librería Vaticana y presentado el pasado 25 de febrero en Roma, contiene el prefacio del Papa Francisco, quien exhorta a poner en práctica, con coraje, la solidaridad. Pobreza, riqueza y solidaridad son los temas que afronta el Papa Francisco en su prefacio, en el que escribe que “todos somos preciosos para todos”. El Santo Padre reflexiona preguntándose ¿quién no siente malestar al afrontar la palabra “pobreza”? Al recordar que hay tantas formas de pobreza: físicas, económicas, espirituales, sociales y morales, el Pontífice afirma que el mundo occidental identifica la pobreza ante todo con la ausencia de poder económico, enfatizando negativamente este estado.
Sin embargo, prosigue, cuando el hombre es educado a reconocer la fundamental solidaridad que lo liga a todos los hombres, tal como nos lo recuerda la Doctrina social de la Iglesia, entonce sabe bien que no puede tener para sí mismo los bienes de los que dispone. Cuando vive habitualmente en la solidaridad, el hombre sabe que lo que niega a los demás y tiene para sí, antes o después se volverá contra él. Porque, en el fondo, a esto alude Jesús en el Evangelio, cuando dice que no debemos amontonar tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen (Cfr. Mt, 6, 19-20; Lc, 12, 33). Mientras cuando los bienes de los que se dispone son utilizados, no sólo para las propias necesidades, sino que se difunden, entonces se multiplican y dan con frecuencia un fruto inesperado. El Papa también agradece al Cardenal Gerhard Ludwig Müller porque con este libro ha querido llamar la atención sobre este tema. Y manifiesta su seguridad de que quien leerá estas páginas, de alguna manera se dejará tocar el corazón y sentirá surgir dentro de sí la exigencia de una renovación de la vida. “Y bien, sepan, amigos lectores – concluye Francisco – que en esta exigencia y en esta vía, me encuentran desde ahora con ustedes, como hermano y sincero compañero de camino”.

La reflexión del Cardenal Gerhard Ludwig Müller parte de la amistad, nacida en Perú, con el Padre Gustavo Gutiérrez. En esta nación, el Purpurado experimentó lo que significa una Iglesia pobre para los pobres. Y precisamente a partir de esta experiencia concreta de la cercanía con los hombres para los cuales el Padre Gutiérrez desarrolló la Teología de la liberación, “se imponía cada vez más claramente ante mis ojos – escribe en su libro el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe – lo que esto representaba en su corazón, a saber “el encuentro con Jesús”, que no es el “anunciador de una mística separada de toda referencia con el mundo”, sino que en su enseñanza está la unidad entre la dimensión trascendente y la inmanente. “La auténtica teología de la liberación – afirma el Purpurado – demuestra que, en verdad, sólo Dios, Jesús y el Evangelio pueden tener un papel auténtico y duradero para la humanización del mundo”.

Al entrevistar al Cardenal Müller, el Purpurado nos ha dicho que estuvo en Perú en 1988. Y explicó que durante un seminario habló con el Padre Gustavo Gutiérrez de la Teología de la Liberación, de la situación de los países en América Latina, que es muy diferente de la europea. Sin embargo, dijo, pertenecemos a la Iglesia Universal, y por esto es sumamente importante el intercambio de las diversas experiencias, de las diversas biografías que existen en la Iglesia. Porque la humanidad forma una sola familia humana, sobre todo la Iglesia, y por este motivo es necesario este intercambio de ideas y de experiencias para perseguir el único objetivo que existe para todos los hombres, a saber, la vocación divina, puesto que todos los hombres están llamados a ser hijos de Dios.

Ante la pregunta sobre el significado auténtico de la teología de la liberación, que es diverso del marxismo y del liberalismo, el Cardenal Müller respondió que la teología no es una ideología, un pensamiento hecho sólo de una idea humana, sino que la teología reacciona ante la Palabra de Dios. Dios con su Palabra nos da la salvación; sólo Dios puede salvar a los hombres. Por esta razón, las ideologías políticas – tanto de izquierda como de derecha, del comunismo, del nacionalsocialismo o del fascismo – no pueden salvar a los hombres; al contrario han causado tantas guerras y persecuciones. Y esto es prácticamente la prueba de que las ideologías no pueden añadir nada. Sino que sólo la Palabra de Dios puede salvar a los hombres. Por lo tanto, la teología de la liberación es una teología de la Palabra de Dios y no una ideología.

En la presentación del libro, también el Padre Federico Lombardi, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y el Cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, Arzobispo hondureño de Tegucigalpa, destacaron que la Iglesia debe ser “samaritana”. Tema que ha sido retomado también por el mismo Padre Gustavo Gutiérrez, quien con sus 85 años de edad, también estuvo presente en este encuentro. La misión de la Iglesia es el anuncio del Evangelio, pero también está la parte del servicio – subrayó el fundador de la teología de la liberación – poniendo de manifiesto la importancia de salir de sí mismo para hacer “prójimos” a los demás, especialmente a los pobres.

(María Fernanda Bernasconi – RV).


 

TEOLOGIA LATIONOAMERICANA EN LA SANTA SEDE


La noticia de la última semana en la Iglesia Peruana ha sido sin duda la presentación del libro "Pobre para los pobres – La misión de la Iglesia” del Cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe. El libro, editado por la Librería Vaticana y con el prefacio del Papa Francisco, incorpora intervenciones del Cardenal Müller junto a las contribuciones del P. Gustavo Gutiérrez OP, considerado como el padre de la Teología de la Liberación. Se trata de todo un acontecimiento para la teología latinoamericana, en la medida en que con las apreciaciones del Papa y del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe las intuiciones fundamentales de la corriente teológica nacida en América Latina no solo son reconocidas como fieles a la teología católica (el proceso de investigación se cerró con aprobación del entonces Cardenal J. Ratzinger), sino que son expresamente incorporadas al magisterio teológico de las principales autoridades de la Iglesia Católica. Una ocasión para alegrarnos, para seguir profundizando en la importancia del quehacer teológico en América Latina y sobre todo para recordar que como en el Evangelio, los pobres y excluidos de nuestro mundo también están al centro del pensamiento católico.

Para profundizar en el tema enlazamos con el post del P. Víctor Hugo Miranda SJ: "Teología Liberada".



Nota del Servicio de Información Vaticana

Foto: Card. Arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Rodríguez Madariaga, Card. Müller Gerhard Ludwig y P. Gustavo Gutiérrez OP (Agencia Zenit).

http://jesuitas.pe/



TEOLOGIA LIBERADA

Las vueltas que da la vida. Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación, se pasea como Pedro por su casa en el Vaticano y acompañado nada menos que por el guardián de la ortodoxia católica, el Cardenal Gerhard Müller, de quien es amigo cercano. Müller ha visitado el Perú varias veces y muchas de ellas para seguir los cursos de teología que Gutiérrez dirigía. Juntos han publicado un libro, con lo cual toda sospecha de herejía o de insubordinación a la autoridad de la Iglesia, que algunos sectores insisten en afirmar, no queda más que en el ataque sin sustento. El P. Gutiérrez y su propuesta teológica es aceptada y reconocida desde Roma por las máximas autoridades competentes en la materia.

Pero de qué trata la Teología de la Liberación y por qué tanto alboroto alrededor de ella, se preguntarán muchos. Mas allá del anécdota de la amistad entre Gutiérrez y Müller o del poncho peruano que utilizó el cardenal en la presentación de su libro y que dio la vuelta al mundo, quisiera enfatizar la validez de la propuesta teológica de Gutiérrez y demostrar que más allá de las críticas válidas a su postura teológica, muchos de sus críticos mas conservadores se apoyan solamente en la superficialidad del cliché y la falta de rigurosidad académica.

Vamos a empezar por señalar que la categoría fundamental utilizada por Gustavo Gutiérrez es la de la liberación. Y en este punto Gutiérrez no es un pionero. Basta con darle una mirada al Antiguo Testamento y más aún al Pentateuco para darse cuenta que la liberación es fundamental en la relación de Yahvé con su pueblo. Israel vive en la esclavitud, y no solamente frente a Egipto, sino en su manera de entenderse frente a Dios y Dios decide entonces intervenir y liberar a su pueblo. La pascua no es otra cosa que la celebración de la liberación llevada a cabo por Dios en favor de su pueblo.

Por ello no es sorpresivo que uno de los libros más trabajados por Gutiérrez sea el Éxodo. Hasta allí alguien podría aseverar que es una categoría veterotestamentaria. Pero Gutiérrez se apoya sobre todo en la experiencia de Jesús quien también se presenta a si mismo como liberador. En el capítulo 4 de Lucas, Jesús da inicio a su misión y lo hace delante de sus paisanos citando al profeta Isaías, anunciando la liberación de los oprimidos y asegurando que ello se cumple en plenitud a partir de ese momento. ¿Y qué buen cristiano osaría decir que no tiene nada de que ser liberado? ¿Y qué buen cristiano osaría negar que el liberador por excelencia es el mismo Jesús?

Hasta aquí todo parece ir bien y sin mayor novedad. Pero es justamente en el giro original de Gutiérrez donde aparecen los primeros problemas y las primeras críticas. Para Gustavo Gutiérrez esta lectura teológica debe hacerse desde la realidad latinoamericana. No hay que olvidar que Gutiérrez es deudor teológico de todo el movimiento intelectual que impulsó el Concilio Vaticano II. Después de todo Gutiérrez se formó cerca de los dominicos y jesuitas franceses promotores de la nouvelle theologie. Entonces Gutiérrez forma parte de una generación de cambio, de ideas novedosas. Y lo novedoso de su propuesta es tratar de hacer teología desde la experiencia latinoamericana y esta realidad mostraba, y lo sigue haciendo aún hoy, que los pobres son los que necesitan ser liberados de la opresión a la que son sometidos.

Es así como nos encontramos con lo problemático de la propuesta de Gutiérrez. La teología deja de ser abstracta o ceñida a lo moral y normativo, se hace teología desde lo real, desde los pobres. Y es así no por puro capricho de Gutiérrez, es así porque ya Jesús opta por los pobres y porque nuestro continente estaba sumido en la pobreza, y aún hoy con altos índices de crecimiento económico, los más pobres siguen siendo pobres. Y esto no le gusta oírlo a mucha gente.



Hay un elemento más y es lo que le ha traído más críticas y más problemas. Gutiérrez apela en su reflexión teológica a categorías marxistas que le permiten analizar la realidad social peruana y latinoamericana. La reducción de la reflexión y la crítica social que hace Marx a las malas lecturas marcadas por la violencia de algunos grupos o partidos políticos, hizo a Gutiérrez el blanco preferido de algunos sectores de Iglesia que lo condenaron por recurrir a la propuesta de un ateo como Marx. Parecen olvidar que en su momento Tomás de Aquino fue criticado por recurrir a Aristóteles como referente filosófico y hacerlo dialogar con el apóstol Pablo en su monumental Suma Teológica.


No puedo dejar que señalar que la propuesta de Gutiérrez puede ser criticada, tanto a nivel del uso adecuado de las categorías marxistas del análisis de la realidad, o de lo riguroso a nivel bíblico al hablar de la opción preferencial de los pobres como propuesta del Jesús del Evangelio, sin pasar por alto los excesos cometidos en nombre de la teología de la liberación, sobre todo en las guerrillas, o la falta de precisión teológica y doctrinal de algunos puntos corregidos en su momento por el mismo Gutiérrez. Pero nada de ello le quita validez a su propuesta, una de las más originales y enriquecedoras del siglo XX.

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