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sábado, 23 de febrero de 2013

24.02 Homilia del II Domingo de Cuaresma - C - 2013

Es mi hijo, hijo de Dios
 
 

Comentario del 2do Domingo de Cuaresma - C

Posted por Padre Javier San Martin SJ
 
 

¿Qué haces cuando te sientes desanimado?

San Lucas 9

Estimados Amigos :
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor. Hoy es el segundo DOMINGO de Cuaresma del Ciclo C y si quisiéramos resumir en una sola frase los sentimientos que suscita el Evangelio de hoy, podríamos lanzar este grito: ¡vamos, adelante, coraje! En el duro caminar de la vida nos sentimos muchas veces cansados, fatigados, con deseo de rendirnos, a veces, de desfallecer.

 

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Pero el grito de ¡vamos, adelante, coraje! que hoy nos trae el evangelio, nos reanima, nos devuelve las fuerzas, nos une los unos con los otros, para seguir caminando, hacia el encuentro con nuestro Padre Dios.
La Iglesia con este segundo domingo de Cuaresma, no quiere decirnos otra cosa al poner a nuestra consideración el hecho de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor. En aquel momento, Jesús presiente cercana su muerte, le tiene miedo, le aterra, pero el Padre, a través de esta experiencia, le infunde ánimos, para lo que envía a Moisés y Elías. Las dos grandes figuras de la Ley y los Pro­fetas, le vienen a decir a Jesús: - ¡vamos, adelante, coraje!, no temas. Con tu muerte vas a salvar al mundo, y mira la gloria que te espera después con la resurrección…
Jesús cree y confía. Anima a los Doce discípulos, diciéndoles:
- Subamos ahora a Jerusalén. Allí me van a entregar, me azotarán, me matarán clavado en una cruz… Pero al tercer día, resucitaré.
Los discípulos, aunque no comprendieron esta extraña profecía, sintieron reparo de preguntarle. Jesús entonces, poniéndose al frente de ellos, con decisión, se dirigió hacia Jerusalén.
Conviene en este pasaje evangélico que nos miremos a nosotros mismos, pues por nosotros hizo también el Padre aquella gran gracia a Jesús. El apóstol San Pedro, para animar a los primeros cristianos, so­metidos ya a la persecución, les recordaba esta visión del Tabor:
- No venimos a Ustedes con cuentos imaginarios para hacerles conocer la venida y la grandeza del Señor. Nosotros oímos, mientras estábamos con él en el monte santo, la voz que bajaba del Cielo y que decía: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias.
El Tabor es, pues, un punto fundamental de referencia en todo el Evangelio. Jesucristo nos pide y exige el que le sigamos cargando cada uno con nuestra propia cruz - la cruz del deber, del tra­bajo, de la pobreza, de la enfermedad, de la lucha por la virtud, la cruz que sea - y necesitamos un motivo, algo que nos impulse a cargarla y a seguir a Cristo, sabiendo que no es cosa inútil el hacerlo ya que la recompensa que nos espera, igual que a Jesús, es la misma resurrección. Con esta fe y esta esperanza, ¿quién se desanima?…
El mismo San Pablo nos lo dice con palabras estimulantes:
- Esto que ahora nos trae una pasajera y pequeña tribulación, nos merecerá un enorme peso de gloria eterna. Porque nosotros no miramos las cosas que se ven y pasan, sino las invisibles. Pues las cosas que se ven son temporales, y las que no se ven son eternas.
En una leprosería se iban deshaciendo las carnes de un pobre enfermo. Su peor tormento era el verse aislado de todos, especialmente de su familia. Pidió, entonces, a gritos que le dejaran ver a su querida esposa, aunque sea de lejos. Sobre la tapia del huerto cada domingo la miraba, y aquella visión de su mujer adorada le daba fuerzas para seguir adelante en su dolor. -¿Me llegaré a curar un día? ¿Podré besar nuevamente a mi esposa?… Y un día, la ciencia moderna hizo realidad su gran deseo. Salió del terrible encierro, ¡y qué encuentro, qué beso el de aquel día!…
La vida puede ser para nosotros una prisión, un hospital, un desierto en el que nunca nace una flor… Pero si vislumbramos la gloria de Jesús y la que a nosotros nos espera, ¿quién desespera?… Contemplar el Cielo no es de personas débiles, sino de sabias e inteligentes. Los que aman a Dios dirigen su mirada al Cielo todos los días con esperanza, dispuestos a hacer la lucha de cada día, sabiendo que desde allí, desde el cielo, Dios nos mira complacido como a Jesús en el Tabor, y nos anima diciendo: -¡vamos, adelante, coraje, ya casi estás conmigo!….
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Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTE
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Y BIEN AMIGOS, así terminamos nuestro breve comentario a la liturgia de este domingo. Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Te invitamos, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Lucas, Capítulo 9, versículos 28 al 36, y trata de escuchar lo que el mismo Señor Jesús te quiere comunicar.
Agradecemos muy sinceramente tu presencia, y nos despedimos hasta el próximo domingo.

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/


Reconocer - 2º Domingo de Cuaresma, Ciclo C


Publicado el 19/02/2013 por verbodivinoestella

En Jesucristo descubrimos a Dios. En los hombres, reconocemos al Padre.


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