DOMINGO XXII - Lo que pidas, se te dará ...
Escrito por el Padre Javier San Martin SJ
Comentario a la Liturgia de los Domingos
¿Crees tú que la fe, puede hasta mover montañas?
Mateo 7, 1 al 8, 14 al 15 y 21 al 23,
Domingo 02 de septiembre 2012
Estimados Amigos, Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor.
Hoy celebramos junto con toda la Iglesia el DOMINGO VIGÉSIMO SEGUNDO DEL TIEMPO LITÚRGICO.
Jesús había venido a enseñar una manera de vivir diferente basada completamente en el amor de unos a otros. Pero esta doctrina tropezaba con muchas dificultades, una de ellas era la tentación constante que se tiene de criticar a los demás.
Por eso Jesús en esta ocasión pone el dedo sobre esta actitud tan corriente:”No juzguen”, les dice, para que no sean ustedes juzgados”. Porque con la misma medida con que ustedes medirán a los demás ustedes serán medidos. No vean la paja en el ojo del hermano sin antes ver la viga que cada uno tiene en el propio.” Jesús pone el énfasis en criticarse primero a sí mismo, en reconocer los defectos y debilidades personales antes de empezar a echar barro sobre las otras personas.
Cómo nos gusta reunirnos con las amigas para tijeretear la vida de uno y de otro. Sentimos una especial satisfacción en ver como no queda títere con cabeza, excepto claro, nosotras mismas. Y nos pasamos las horas sintiendo el deleite en la boca de saborear los defectos de las otras personas. Y es curioso, como persona que veamos, aunque sea muy importante, siempre logramos verle algún defecto. Ay… pero qué vergüenza si estas personas se enteraran de lo que estamos hablando. Por eso seguimos nosotras, desde nuestra trinchera, ametrallando al mundo.
Sin embargo, hay otra actitud que el Señor subraya en manera especial en este nuevo estilo de vida, y es la oración. “Pidan, -les dice- pidan y se les dará, llamen y se les abrirá, busquen y encontrarán. Porque todo el que pide, recibe, el que busca, encuentra y al que llama se le abre.” Y para que el auditorio no tenga dudas, el mismo Señor aclara con una comparación: “¿Acaso habrá alguno de ustedes que si su hijo le pide un pan le dará una piedra o si le pide un pez le dará una serpiente?” Era, sin duda, una enseñanza clara pero todo dependía de dos cosas: la primera, el reconocerse hijo del Padre Dios, en segundo lugar, saber pedir sin dudas, con toda confianza, convencido de que la providencia actuará en cada caso.
A mí me resulta esto muy bonito, si es que fuera verdad. Porque tantas veces me he puesto a pedir muchas cosas pero no he obtenido el resultado deseado. Pero escuchando hoy las palabras del Maestro me doy cuenta que faltaba en mí lo que el Señor nos dice. No siempre me considero una hija de Dios y vivo esta relación en mi vida diaria. Sólo cuando necesito algo acudo a Dios, igual que a un supermercado, para pedir cosas y allí acaba todo. Y por otro lado, mi manera de pedir es casi como exigir, yo necesito esto y basta. Cómo me gustaría pedir que se me concedan algunas cosas pero si estas son para la mayor gloria y alegría de Dios y si no lo son, que no se me concedan.
Al sentir Jesús la reacción natural de la gente, les dice muy claramente para que no se hagan ilusiones: “Qué estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida y qué pocos son los que la encuentran. Guárdense de los falsos profetas que vienen a ustedes vestidos como ovejas pero por dentro son lobos rapaces. ” Con esto Jesús no quiere desanimar a sus seguidores pero les advierte desde el principio, que serán pocos los que seguirán su estilo de vida. Habrán falsos maestros que les presentarán un hermoso camino, ancho y soleado, pero que no conduce a la vida auténtica. El de Cristo, en cambio, es estrecho y dificultoso, con subidas y cansancios, pero termina en la eterna luz, en el eterno amor.
Veo que la cosa no es fácil del todo. Por un lado me inclino a buscar la tranquilidad y las comodidades que me presenta esta vida, pero al andar por este camino siento el cansancio y el aburrimiento de no llegar a ninguna parte.
Y ahora viene lo más importante
Y bien, amigos, así terminamos esta breve reflexión dominical.
Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Toma el texto del evangelio en tus manos, San Mateo, capítulo 7, versículos del 1 al 8, 14 al 15 y 21 al 23, y trata de sentir lo que el Señor te quiere comunicar.
Cecilia Mutual y el Padre Javier San Martín sj, agradecemos muy sinceramente tu presencia,
y nos despedimos hasta el próximo domingo.
http://faculty.shc.edu/jsanmartin/