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domingo, 19 de agosto de 2012

Homila del XX Domingo del T.O. - B



DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO - B

Escrito por: Padre Javier San Martin SJ   

¿Vamos a comer el cuerpo de Jesús?

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San Juan 6, 51 al 58

Domingo 19 de Agosto 2012

Estimados Amigos, Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor.
Hoy celebramos junto con toda la Iglesia el DOMINGO VIGÉSIMO DEL TIEMPO LITÚRGICO.
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Seguimos acompañando a Jesús en aquellas jornadas históricas en la Sinagoga de Cafarnaún. Jesús siente que ha llegado el momento de dejar bien en claro su existencia algo misteriosa para los demás. Y abiertamente les dice a aquellos judíos que lo escuchaban atentamente: “Yo soy el pan vivo”. Jesús se declaraba como un alimento, pero no como ocurre con las carnes de animales que los judíos comían luego de matar al animal y de cocinar su carne. En este caso Jesús, sorprendentemente, se declaraba pan, pero vivo. Más aún, para que no quepan dudas sobre el origen de este pan, Jesús señala que este pan no es de la tierra sino que viene directamente del cielo. Una afirmación audaz sobre su persona nada fácil de asimilar.


Escuchar esto de labios de Jesús me producía una verdadera turbación. Yo había empezado a quererlo y a apreciar mucho sus discursos, sus intervenciones con la gente, su lucha contra el mal. Cada vez descubría en El una persona extraordinaria, muy diversa de tantos que se proclamaban maestros y profetas. Pero esta vez sí que me quedé verdaderamente confundida. Empezó ahora a proclamar que Él era pan, y que este pan era su cuerpo, con el cual debíamos alimentarnos. Nunca había escuchado a nadie hablar de esa manera. Empezaba ahora a tener ciertas dudas sobre su salud mental. ¿No le estaría fallando la cabeza a este buen maestro? Ahora se creía que era un pan. ¡Qué cosa!

Los judíos que lo escucharon decir esto no estaban menos sorprendidos. ¿Qué se ha creído este hombre? decían. ¿Este piensa que nos lo vamos a comer? ¡Ni que fuéramos antropófagos! ¡Cómo nos vamos a comer a una persona y todavía viva! Los comentarios de los judíos eran pues muy justificados porque jamás nadie había venido con estas ideas. Pero el problema con este auditorio, es que aún no habían logrado captar el sentido del sacrificio y del banquete divino. Hasta ahora los sacrificios y banquetes litúrgicos se hacían sacrificando algún animal, pero ahora el plan de Dios era que la víctima del sacrificio y el manjar del banquete fuera el mismo Jesucristo. Una idea inaceptable desde el punto de vista humano, pero lo más lógico desde el punto de vista divino. Porque el deseo de Dios es hacerse carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, en una comunión total.

Siento que para palpar este misterio del pan de vida el único sitio en donde lo podremos comprender es en el mismo corazón de Dios. Tal es el amor que este corazón tiene por nosotros, que quiere transformarse en nosotros y que nosotros nos transformemos en Él. Es la fusión total de dos seres que se aman. Cuando vemos a los demás con los ojos del corazón, sentimos el anhelo de entrar en su corazón y ver todo desde la perspectiva de la persona que amamos.
Si no vemos esta enseñanza de Jesús desde la óptica del amor, nunca la comprenderemos. Por esto Jesús se dirige especialmente a aquellos que lo aman y lo amarán. Señores, les dice, el que coma de este pan vivirá para siempre. “El pan que yo daré es mi carne”, para que el mundo tenga vida. Y para que no hayan dudas, Jesús refuerza su mensaje, pensando siempre en los que escucharán con amor: Les asegura que “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que la come, habita en mí y yo en El y tendrá vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.” Aquí pues estaba en juego el futuro de cada persona y de la humanidad. Jesús hacía depender todo de su cuerpo y de su sangre. Todo estaba en El, porque Él es la salvación de todo, la única salvación.
Señor Jesús, ¿Qué cosa puede haber más grande sobre la tierra que tu propio cuerpo y tu propia sangre, alimento vivo que nos da la salud eterna? En vano me esfuerzo en comprender esto con mi mente, porque es solo con el corazón que se intuyen las grandes verdades de nuestra existencia. Al escuchar hoy Señor que tu quieres dar tu cuerpo y tu sangre, lejos de apartarme de ti, siento deseos de acercarme más. Se que quieres vivir en mí hasta darme la vida eterna. Quiero yo también Señor, vivir en ti hasta la vida eterna.
Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTE

Y bien, amigos, así terminamos esta breve reflexión dominical.
Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Toma el texto del evangelio en tus manos, San Juan, capítulo 6º, versículos del 51 al 58, y trata de sentir lo que el Señor te quiere comunicar.
Cecilia Mutual y el Padre Javier San Martín, agradecemos muy sinceramente tu presencia, y nos despedimos hasta el próximo domingo.

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/