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domingo, 1 de julio de 2012

Homilia Domingo XIII del T.O. - B


DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO – “B”

Escrito por: Padre Javier San Martin SJ  

¿Tú qué haces cuando ya no hay solución?

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Marcos 5, 21 al 43.

Domingo 1`de julio 2012

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* Estimados oyentes, bienvenidos a nuestra cita dominical para celebrar juntos el día del Señor.
* Que la Paz del Señor sea con todos Ustedes.
Hoy la Iglesia celebra el Domingo XIII del Tiempo Ordinario y presenta para nuestra reflexión y comentario, un bello pasaje del evangelista San MARCOS, “Mi niña esta en las últimas. Ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”


¡Cómo necesitaba aquel Jefe de la Sinagoga que alguien pusiera las manos sobre la vida de su hija, sobre su corazón. Alguien que le inyectara la fuerza de la vida, sobre cada uno de sus poros, para que se curase y sane. Cómo necesitamos tantas veces que alguien poderoso y con carismas particulares ponga sus manos, su mirada, su fuerza, sobre nosotros y que ejerza su poder transformador sobre nuestras vidas.
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Pero, ¿quién es este? Hay muchos que pasan a nuestro lado indiferentes. No demuestran ningún interés por nosotros y no sienten el menor deseo de perder su tiempo para transformar nuestras vidas. Ó hay quienes sienten la necesidad de poner sus manos sobre los otros pero para aprovecharse de ellos. Cuántas veces escuchamos decir: Yo tengo puestas mis manos sobre este”. Pero qué distinto es este caso que hoy nos presenta el evangelio.
Los emisarios del Jefe de la sinagoga habían encontrado la persona justa. Aquella que utilizaba sus manos, no para aprovecharse de las personas en forma egoísta, como vemos con frecuencia, sino para darles vida. Él había venido precisamente para esto. El Señor Jesús, fuente de vida de la que solo podía salir el bien, había venido al mundo para poner su mirada, su palabra, sus manos, sobre aquellos que necesitaban alguien que les levantase, alguien que les acompañe en el caminar, que les ayude a superar los obstáculos del trayecto.
Pero, ¿qué significa para Jesús poner las manos sobre la persona? No significa, ciertamente, quitarle el peso de la vida, liberarla de las dificultades, o pasarla a otros hombros. No. Esto sería un paternalismo que no es propio de Jesús. Para Él, poner las manos significa inyectar a la persona fuerzas espirituales para que ella misma pueda cargar con las dificultades de su vida, que pueda superar los obstáculos que día a día se le presentan. Sino, ¿qué razón tendría, su lema: “toma tu cruz cada día y sígueme”?. Poner las manos significa dar a la persona una visión realista, hacerle vivir con autenticidad su condición humana. Imponer las manos no tiene el sentido de drogar a la persona para que no experimente el dolor, como puede ocurrir con algunos métodos, sino para darle consciencia cristiana, para que viva con mística y entusiasmo la capacidad que tiene cada ser humano de poder cargar la cruz, la posibilidad de imitar a Cristo que no se rindió y llegó hasta el final.
Y esto es precisamente lo que el Señor hace cuando llega a la casa del jefe de la Sinagoga cuya hija acababa de morir:
“No temas, le dice, basta que tengas fe”
Cuando el Señor impone sus manos sobre el cadáver de la niña, inyectándole la vida material, lo hace para que veamos en este acto que su misión es dar vida a los cuerpos y estructuras que han muerto cuando hay alguien con fe que se lo pide. Pero también para que los que han muerto en la fe, entiendan que no pueden cargar con las dificultades de la vida. A ellos el Señor hoy les dice: “No temas, basta que tengas fe” “No temas, basta que tengas fe”. Descubrimos hoy que la resurrección de la falta de fe es más importante que la resurrección de la muerte.
Por eso, hoy, Señor, quisiéramos decirte: Tenemos muerta nuestra vida, necesitamos que alguien venga a nuestra casa para que la resucite. Necesitamos alguien con fe que realice este prodigio. Necesitamos gente convencida de que basta la fe para que la desesperanza se transforme en esperanza. Gente sin temor porque esta convencida que tu estas dispuesto a cambiar las situaciones que parecen no tener remedio. Estamos entre la vida y la muerte. Pero también, entre la fe y la oscuridad.
Hoy sentimos que tú nos escoges para ir por el mundo imponiendo las manos para que haya vida. Y para eso necesitamos fe. Pero ¿qué hacer para tenerla? Lo fundamental es saber que la fe viene poco a poco. Al estar en contacto continuo contigo, al verte actuar, al verte reaccionar, al verte amar. Esto irá aumentado nuestra fe.
El mundo necesita misioneros que vayan imponiendo las manos, inyectando sabor a la vida. Esto es lo que el mundo necesita. Hombres que con su mirada, sus manos, su conversación, comuniquen fuerzas, energía. No personas que con su mirada y acciones, chupen la vida de la gente, para dejarlas sin nada, para matarlas física o moralmente. Señor, hoy te pedimos que tengamos palabras, miradas, manos, que comuniquen vida y esperanza, que hagan crecer. Esto es lo que nuestro mundo necesita.

Y ahora viene lo más importante

Bien amigos, así terminamos esta breve reflexión dominical. Pero ahora viene lo más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Toma pues, este bello texto en tus manos y escucha a través de él, lo que el Señor te esta diciendo: San Marcos Capítulo 5, versículos del 21 al 43.
Claudia Alberto, y el Padre Javier San Martín agradecemos muy sinceramente tu presencia,
y nos despedimos hasta el próximo domingo.

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/