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sábado, 12 de mayo de 2012

Homilia al VI domingo de Pascua 2012

Concédenos permanecer en tu amor

¿Cual es lo esencial?

Escrito por: Padre Javier San Martin sj

Comentario al Sexto Domingo de Pascua -”B”- San Juan 15, 9 al 17.
Domingo, 13 de mayo 2012

Estimados amigos:

* Bienvenidos a nuestra cita dominical para celebrar juntos el día del Señor.
* Que la Paz del Señor sea con todos Ustedes.

Hoy la liturgia de la Iglesia celebra el SEXTO DOMINGO DE PASCUA, y presenta para nuestra reflexión y comentario el capítulo 15 del evangelista San JUAN. En este pasaje, Jesús, en forma periodística, presenta los titulares de su plan de trabajo y de la vida en el reino que El ha venido a establecer. Aparece como central un elemento que ilumina y da sentido a todos los demás: “Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo les he amado”.

¿Cuál es, pues, se podría uno preguntar, lo más importante, lo esencial de este estilo de vida que Jesucristo ha venido a predicar? Se podría pensar ciertamente en tantas cosas. Algunos dirían que preocuparse de la salud de la gente haciendo hospitales y dispensarios; otros, en cambio, de atender a la educación y formación, haciendo escuelas y universidades, otros muchos dirían que lo más importante es acercarse al pobre y atenderlo en sus múltiples necesidades, otros, que rezar, orar, estar unidos con Dios.

Ciertamente que todas estas cosas son muy buenas, pero ¿esta en ellas lo esencial de la vida cristiana? Puede estar, como también no. Todo depende de la actitud básica en la que esta hecha la acción, y que le da todo su sentido o la hace intrascendente. Porque podemos tener ideas brillantes, y realizar obras que llamen la atención, y hasta hagan hablar a la prensa y a los medios de comunicación, pero si no existe esa actitud básica de la que habla Jesucristo, de nada servirá. Es decir, si no es el amor el que motiva la acción, de poco servirá en el reino de Dios la acción que uno pueda realizar, por maravillosa que parezca. Por eso, con qué fuerza debe resonar en nuestras vidas la recomendación tan precisa que nos dejó el Señor: “Ámense unos a otros como yo les he amado”.

Pero, ¿qué es el amor? Ciertamente, el amor cristiano no es un ensueño, un idilio, un romance, un puro sentimiento; sino, más bien, una actitud viva y presente en una persona que se va traduciendo en actos concretos en favor de otra o de otras personas. No es tratar de encontrar a una persona para satisfacer una necesidad personal, sino un encuentro para satisfacer al otro, para buscar su propio crecimiento.

No cabe duda que esta inclinación para preocuparnos de las necesidades de los otros con el deseo de satisfacerlas y de hacer que sean felices no brota espontáneamente. A no ser por una gracia particular de Dios, la expresión de mi amor tiene sus preferencias y sus rechazos. Los diferentes temperamentos de las personas hacen que nos sintamos atraídos hacia algunos y sintamos incompatibilidad y rechazo hacia otros. Por otro lado, una gran mayoría de personas me son completamente indiferentes, mientras que hacia algunas siento una atracción expontánea y hacia otras un rechazo impulsivo.

Este es el amor psicológico o social, que juega un papel tan importante en nuestras relaciones humanas. Pero, el amor cristiano, no consiste en esto. El amor en la vida cristiana no es la relación que yo tengo como consecuencia de los atractivos físicos, psicológicos ó sociales que encuentro en algunas personas. El amor, en este caso, se limitaría a un número muy reducido de personas, y en muchos casos a ninguna. El amor cristiano es algo que esta en la esencia de la naturaleza, y que impulsa a vivir en armonía con todas las cosas. Es una exigencia profunda de la misma naturaleza que nos hace vivir en una relación de unión con los otros elementos que la componen.

Es por eso que el mandato divino dicho por Jesucristo no es otra cosa que la explicitación de la esencia de la naturaleza. Fue precisamente el pecado original el que dañó esta condición primitiva, original de la creación, metiendo en la médula de la existencia humana el odio, la separación, al antagonismo. Pero Jesús, viene ahora y nos dice: “Ámense unos a otros como yo les he amado”. Este mandato viene pues a reparar la condición original del hombre. El hombre ha sido hecho para amar, y no para odiar. Es así, que el inicio de la restauración de la humanidad, para la que Dios se hizo hombre, es precisamente la restauración de lo más esencial de ella, restaurar su capacidad de amar que fuera brutalmente dañada por el pecado. Obedecer, pues, a este mandato de Dios es ponernos en camino para volver a ser como éramos antes de la caída del pecado original.

Por eso, Señor, las palabras que hoy nos dices, “ámense los unos a los otros”, suenan hermosas y las escuchamos con particular alegría, porque son un mandato para volver a ser lo que hemos sido, un universo unido por el amor. Esto, bien sabes Señor, cuando vemos nuestro mundo, cuando escuchamos las noticias, nos podría parecer imposible que se haga realidad. Pero sabemos que lo será por la fuerza y la gracia del mismo mandato que hoy tú nos das y por nuestra humilde y fiel cooperación.

Y ahora viene lo más importante

Y bien amigos, así terminamos nuestra breve reflexión dominical. Pero ahora, dejo en tus manos este bello texto para que lo medites y escuches, y a través de él, que el Señor te diga qué debes hacer: San Juan, Capítulo 15, versículos del 9 al 17.

Agradecemos muy sinceramente tu presencia y nos despedimos hasta el próximo domingo.

. http://faculty.shc.edu/jsanmartin/