Heridas Para El Encuentro
Escrito por el jesuita Guillermo Ortiz
Reflexiones en frontera
II Domingo de Pascua - 15 Abril 2012 - B
(RV).- (Audio) Los huecos del Cuerpo masacrado permanecen. ¿Es este el misterio? El Cuerpo es distinto porque lo ven y no lo ven; entra a la habitación a pesar de que trancaron la puerta, y a la vez come delante de ellos el pescado que le dan, para que vean que no es un fantasma.
Es distinto pero es el mismo crucificado Jesús de Nazaret, con el cuerpo transformado. Y para asegurarse, certificar que el resucitado es el mismo crucificado tocan estas heridas. Tomas con los dedos de su mano sigue el curso de los clavos y la lanza en estas perforaciones y siente carne viva, palpitante y así Tomas se cura de su duda, cree, vive: “Señor mío y Dios mío”. Pero lo mas extraordinario es que además de identificar a Jesús por estas llagas, podemos reconocernos a nosotros mismos en El y curar nuestras propias heridas en las suyas.
Tú y yo estamos mal heridos y por las heridas se nos va la vida. Las llagas de Jesús son el punto de contacto, de ensamblaje, de Encuentro, de fusión entre Dios y el hombre, en el cuerpo del Dios hecho hombre; en la Persona del Hombre Dios.
Pongamos nuestras heridas en sus llagas. Antes y después; en la cruz y en la resurrección, en el Cuerpo crucificado y resucitado de Cristo las llagas son el conducto, el pasaje, los vasos comunicantes del Amor vivo entre Dios y el hombre; de la misericordiosa ternura de Dios, que viene ayer, hoy y siempre a ti y a mi con los pies heridos, con las manos y el corazón traspasados para abrazarnos en carne viva. Lo mismo que el injerto, donde el gajo roto se mete en el hueco del tronco herido para recibir la sabia de la vida, del amor, de la misericordia.
Escrito por Guillermo Ortiz sj.
http://www.radiovaticana.org/spa/Articolo.asp?c=580431