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lunes, 31 de octubre de 2011

Homilia del Domingo XXX I - T.O. - A





No busquemos en lo alto a quien está en los pequeños


EL INCIENSO Y LA VANIDAD


Escrito por: js anmartin en COMENTARIOS A LA LITURGIA DE LOS DOMINGOS
COMENTARIO AL DOMINGO 31° - CICLO “A” del T. O.
Mateo 23, 1-12
Homilia del 30 de Octubre, 2011


Estimados amigos, Bienvenidos a nuestra cita dominical

Que la paz del Señor este con Uds.

Hoy la Iglesia celebra el Domingo trigésimo primero del Tiempo Ordinario y presenta para nuestra reflexión y comentario un pasaje de la vida del Señor en el que encontramos un severo ataque a dos grupos que actuaban en su época: los escribas y fariseos.


Los escribas, junto con los doctores de la ley, eran los encargados de enseñar la ley mosaica, y de interpretarla y aplicarla con justicia a la realidad concreta de cada caso. Eran también quienes administraban la justicia de acuerdo a una escrupulosa aplicación de la Torah ó casuística de la Ley. Por otro lado, los fariseos era uno de los sectores religiosos y políticos más influyentes de la comunidad judía. El nombre parece derivarse de un verbo hebreo que significa separar, en referencia a la pureza ritual que profesaban; aunque algunos piensan que significa los interpretes, aludiendo a la interpretación que tenían de la Ley. Ellos residían generalmente en Palestina.

En varias ocasiones el Señor Jesús había hablado de ellos. Pero ese día fue muy explícito y tajante en su contra. Empezó diciendo:

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Pero ¿qué han hecho?. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente,… pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que la gente les salude en las plazas y que les llame ‘Rabbí’.”



¡Vaya, que fuerza!.Todos nos quedamos en silencio. Nadie se atrevía hablar. Nunca había escuchado un ataque tan fuerte en boca del maestro en contra de los escribas y los fariseos.

El maestro denunció públicamente los aspectos negativos que veía en estos dos grupos, que básicamente se resumían en que dicen una cosa y hacen otra, enseñan una manera de comportarse y ellos mismos no la cumplen, manifestaban un tipo de vida con signos externos, tales como las filacterias en donde se anotaban pasajes de la ley mosaica, pero esos signos no concordaban con la realidad de sus vidas. Bien sabía Jesús que criticar a estos grupos era muy peligroso ya que eran muy considerados en la sociedad de la época y tenían mucho poder. Pero el Señor, sin pelos en la lengua los critica y, no se queda ahí, sino que sacó conclusiones prácticas para la vida de sus seguidores.

El Maestro, mirando a todos los que estaban junto a El, continuó con tono de autoridad:

“Hagan y observen todo lo que los escribas y fariseos les digan; pero, ojo, no imiten su conducta. «Escuchen: no dejen que la gente les llame a ustedes ‘Rabbí’, porque solo uno es vuestro Maestro; y todos ustedes son hermanos. Ni tampoco dejen que nadie les llame ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque solo uno es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco dejen que les llamen ‘Jefes, porque uno solo es vuestro Jefe: el Cristo.

Todos escuchaban estas palabras que concluyeron con esta enseñanza que nunca olvidaron:

“ El mayor entre ustedes será el que sirve. Porque, el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado”

Jesús enfoca así el punto central del problema: ataca directamente la jactancia, a los que buscan el incienso, las alabanzas, la recompensa del aplauso, es decir, los que actúan por egoísmo, movidos por vanagloria y buscando su prestigio personal, y no por amor. Esta es la actitud errada que Jesús criticó en el pasaje evangélico, y que hoy sigue criticando en los muchos que viven con actitud farisaica en nuestro mundo actual: en la Iglesia, en los negocios y, especialmente, en la política. Porque la motivación auténtica del ser humano debe ser la mayor gloria de Dios su creador. Cada acción, grande o pequeña debe ser hecha por amor a El, y cuando terminemos de hacer lo que debíamos, digamos: “siervos inútiles somos”. Amigos, con que frecuencia nos tropezamos con gente llena de vanagloria. El espíritu de algunos fariseos y escribas de la época de Jesús, no cabe duda que continúa presente en tantos lugares, instituciones y aún en la Iglesia misma.

Y creo que también en mi misma. Por eso, hoy, Señor Jesús, brota de mi corazón una sola oración:

Quiero aprender a hacer todo solo para alegrarte a ti, no para esperar el premio de la gente, y de esa manera, estoy seguro, que estaré ayudando a mis hermanos, compañeros de ruta, y para darte a ti la mayor gloria.

Y ahora viene lo más importante
Y bien amigos, así terminamos esta breve reflexión sobre el evangelio de este Domingo.

Pero ahora viene lo más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús. Toma, pues, el evangelio en tus manos, San Mateo, Capítulo 23, versículos del 1 al 12 y trata de sentir lo que el Señor te quiere decir.

Quédate pues ahora a solas con El y cuenta con nuestras oraciones.

Te agradecemos muy sinceramente el haber estado con nosotros,

¡Y te esperamos el próximo domingo!.

Escrito por Padre Javier San Martin SJ