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sábado, 9 de julio de 2011

Homilia del Domingo XV T.O. - A

Empapados de la Palabra, floreceremos. No seamos impermeables

¿Qué Clase de Tierra Eres Tú?
COMENTARIO A LA LITURGIA escrito por el Padre Javier San Martin SJ
DOMINGO XV del T.O. - A
Mateo 13, 1 al 23
10 de julio, 2011
Estimados amigos, bienvenidos a nuestra cita dominical.

Que la paz del Señor sea con Ustedes.
Hoy les invitamos a acompañar a Jesús en un día normal de trabajo. Sale Él de su casa para ir a trabajar. ¿a dónde va? ¿a ocupar una cátedra en una universidad, o una oficina en un rascacielos? No. Nada de eso. Simplemente va a sentarse a las orillas del lago de Tiberíades. Pero estando allí, vemos que ocurre algo maravilloso.
La gente no estaba advertida de que el maestro iría ahí, ni menos se habían hecho propaganda, pero la gente al verlo empieza a acercarse a El y arremolinarse a su alrededor. Querían verlo, tocarlo, escucharlo. Muchos para satisfacer su curiosidad de ver a este hombre del pueblo del que ya se empezaba a hablar, otros, en cambio, para que les ayude a solucionar y enderezar tantos problemas de la vida. Pero, dice el evangelio que había tanta gente que Jesús no podía ya mantenerse en tierra sin peligro de ser empujado al agua. Por lo que se ve forzado a subirse en una barca. Y desde allí es escuchado con claridad por el gran silencio que hacía la multitud ávida de sus palabras.
También yo me encontraba allí, Señor, entre esa multitud y puedo decirte que sentía algo muy especial y diferente al escucharte, de lo que uno siente cuando escucha a otros predicadores. A ellos los siento llenos de palabras bellas pero vacíos de vivencias. Dicen cosas hermosas pero lejanas de lo que son en la vida. En cambio cuando te escucho a ti siento más que puras palabras. Siento una autenticidad, una vivencia. Son palabras que llenan la vida. Y más que todo, tu manera de hablar es muy clara. No presentas conceptos abstractos sino interesantes y coloridas parábolas que nos permiten ver con los ojos de la imaginación las cosas que nos explicas.
En efecto, Jesús ese día habló así:



«Un sembrador salió a sembrar. [4]
Y mientras sembraba, unos granos
cayeron a lo largo del camino:
vinieron las aves y se los comieron.
[5] Otros cayeron en terreno
pedregoso, con muy poca tierra, y
brotaron en seguida, pues no había
profundidad. [6] Pero apenas salió
el sol, los quemó y, por falta de
raíces, se secaron. [7]Otros
cayeron en medio de cardos:
éstos crecieron y los ahogaron.”



De una manera gráfica, pues, como poniendo un cuadro estadístico, Jesús señala los diversos grados de comprensión a su palabra como también los diversos obstáculos que impiden la recepción de ella. Captar el lenguaje divino exige, pues, superar diversas dificultades. Hay dificultades externas, simbolizadas por las aves, y el sol, pero también dificultades personales, simbolizadas por la tierra, las raíces, los cardos.
Cuando tu nos explicas de esta manera, Señor, reconozco que en mí hay algunas dificultades que me impiden captar tus palabras. En primer lugar, las muchas impresiones y sensaciones que constantemente me llegan de las personas, de las cosas, y aun de la radio y la televisión, que me exigen que les preste atención. Pero también, dificultades personales como el que no doy el tiempo suficiente y amoroso para que tus palabras calen en mí y tu amistad me transforme.
Pero de todas maneras, sí hay personas en las que la palabra de Dios llega a penetrar en su totalidad y son en ellas que da frutos admirables. El Señor dice:


“[8] Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno. [9] El que tenga oídos, que escuche.»


La tierra buena es la que da buenos frutos. Y para llegar a ser buena tierra hay que someterla a un proceso de continuo mejoramiento. La buena tierra exige trabajarla todos los días. Y esta es la labor del Espíritu Santo con nuestra colaboración personal.
¡Cómo quisiera Señor poder transformarme en buena tierra!. ¡Cómo quisiera tener tierra de santos en los que sí fructificó tu palabra!. Por eso la gracia que te pedimos en este domingo de manera especial es que nos ayudes a ser buena tierra. Yo haré todo lo posible de mi parte para quitar los obstáculos que me impiden recibir tu palabra y quiero ser dócil a tus inspiraciones, aun a las cosas más pequeñas y ordinarias. Quiero consultar contigo hasta dónde colocar las cosas en mi cuarto para que así pueda ver a mi alrededor que esta hecho según tu voluntad. Cuento con tu ayuda y gracias por invitarme a ser tierra fértil.

Pero lo más importante es
Y bien amigos, así terminamos nuestra cita dominical. Pero ahora viene lo más importante.
Toma el evangelio en tus manos, San Mateo, Capítulo 13, versículo 1 al 23, y trata de sentir lo que el mismo Señor Jesús te quiere decir.
Quédate, pues, ahora, a solas con el Señor.
Cecilia Mutual y Javier San Martín agradecemos muy sinceramente el haber estado con nosotros,
¡ y nos despedimos, hasta el próximo domingo!.


http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2011/07/05/%c2%bfque-clase-de-tierra-eres-tu-a33/#more-