Páginas

sábado, 23 de julio de 2011

Homilia al Domingo XVII del T.O. -A

Descubre el tesoro de saber, que Dios te ama


¿Cuál es la Verdadera Riqueza de Este Mundo?
Escrito por: Padre Javier San Martin
Comentario al Domingo 17º del T. O. - “A”
Mateo 13, 44 al 52
24 de julio 2011


Estimados amigos, bienvenidos a nuestra cita dominical.
Que la paz del Señor sea con Ustedes.
Hoy celebramos el domingo décimo séptimo del Tiempo Ordinario. El Evangelio de este domingo, a pesar de su extrema sencillez, es de una profundidad sorprendente. Habla el Señor con parábolas encantadoras


La primera nos cuenta lo que le ocurrió a un labrador, que no era dueño del campo sino un jornalero. Estaba trabajando la tierra, cuando:



El arado dio con
una caja fuerte de hierro

Exclamó con grande sorpresa:
“¿Qué es esto?… “
La desentierra, la abre,
y se encuentra allí
con monedas de oro y plata,
con joyas, con toda una
verdadera fortuna.
.
¿Qué había ocurrido?…










Hacía mucho tiempo que había llegado a la región una banda de ladrones, y el dueño de aquel campo había escondido todos sus valores en la tierra hasta que pasara el peligro. Pero el buen hombre murió inesperadamente y nadie conocía el secreto. Pasa el tiempo, y después de muchos años viene este peón y se encuentra con semejante riqueza. Es un judío fiel, sabe que el tesoro hallado pertenece al amo, dueño del campo, pero tranquiliza su conciencia de una manera muy interesante.
“¿Qué hago? No me lo puedo quedar, porque sería un robo. Lo más fácil es comprar el campo sin decir nada de lo ocurrido, y, dueño ya del terreno, seré también el dueño de esta caja fuerte… “
Dicho y hecho. Regresa del trabajo y vuelve loca a su mujer, a los hijos, a los vecinos, porque vende todo, hasta la casa, para tener el dinero necesario a fin de comprar aquel campo misterioso… De la noche a la mañana se va a convertir en un rico de verdad…
La segunda parábola que propone Jesús tiene el mismo contenido y da la misma lección.




Un vendedor ambulante de joyas
va por las calles
voceando su mercancía,
y un judío astuto
y bastante entendido
ve en el cesto del vendedor
una piedra preciosa
de un valor inestimable,
y se dice entusiasmado:

“¡Si yo pudiera comprar esta joya!”
.





Empieza el regateo, y al fin llegan los dos a un acuerdo. El precio es muy alto, pero el comprador no se da por vencido. Y hace lo mismo que el peón del campo: vende todo ¡hasta la camisa!, como decimos nosotros, y se compra la joya deslumbrante…
El pensamiento de Jesús es claro. Todo lo del mundo no vale nada en comparación con las riquezas del Reino de Dios. La fe, la gracia, la virtud cristiana, el Reino que promete y que da… superan todos los cálculos que podemos hacer en esta vida.
Con todo, viene una segunda parte, que responde a una inquietud nuestra. Porque nos preguntamos: Si tanto vale el Reino de Dios en nosotros, ¿cómo es que hay tantos hombres que no lo buscan? ¿Cómo entre los mismos cristianos hay tantos que no viven de manera comprometida su Bautismo? Y, al final, ¿Tendremos todos la misma suerte?…
Jesús responde con otra parábola y les dice:


El Reino de los cielos es como lo que les pasa a los pescadores. Echan la red al agua y se llena de peces. La arrastran a tierra, la sacan afuera, y hacen la selección. Los pescados buenos los meten en canastos, los malos los tiran lejos en la basura…Algo semejante ocurrirá al fin del mundo. Enviaré a los ángeles y los buenos serán llevados para tener el encuentro definitivo y eterno con Dios. Mientras los malos serán alejados para siempre de su presencia, en donde no habrá sino llanto y rechinar de dientes.
Así explicaba el Señor respondiendo a la gran inquietud de los judíos sobre el Reino de Dios. ¿Qué podemos pensar, entonces, sobre el Reino de Dios y sobre la Iglesia? ¿Qué suerte correrán los que han vivido el mensaje de Jesucristo y los que no lo han escuchado?
El Reino de Dios comenzó entonces con la venida de Jesús, con su predicación, con su muerte y su resurrección. Y Jesús instituye la Iglesia como semilla del Reino, como expresión concreta del Reino de Dios en el mundo y como el lugar en el cual se puede encontrar la perla maravillosa del Reino, la caja fuerte llena de la gracia de Dios.
Señor Jesús, en este domingo solo te pido que me des tu gracia para lograr encontrar la verdadera riqueza de este mundo, que es tu Reino, aunque tenga que sacrificar tantas otras cosas bellas a los sentidos humanos. Haz Señor que comprenda que tu Reino ya está en medio de nosotros, basta saber descubrirlo.


Pero lo más importante es
Y bien amigos, así terminamos nuestra cita dominical. Pero ahora viene lo más importante.
Toma el evangelio en tus manos, San Mateo, Capítulo 13, versículo 44 al 52, y trata de sentir lo que el mismo Señor Jesús te quiere decir.
Quédate, pues, ahora, a solas con el Señor.


Agradecemos al P. Pedro García por su colaboración en esta reflexión. Quiénes hablan: Cecilia Mutual y Javier San Martín
Los esperamos el próximo domingo!

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2011/07/21