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martes, 12 de julio de 2011

60 años de protección a los refugiados



60 años de protección a los refugiados:


“Mucho hecho, pero aún mucho por mejorar”
Radio Vaticano (RV).- Con el lema “Ni una emergencia sin respuesta” el pasado 20 de Junio 2011 se celebró el “Día Mundial del Refugiado” que el mismo Papa Benedicto XVI recordó en el Ángelus de ese domingo junto al sexagésimo aniversario de la adopción de la Convención internacional que tutela a cuantos son perseguidos y obligados a escapar de sus países. En ese contexto, el Pontífice invitó a las Autoridades civiles y a toda persona de buena voluntad a garantizar acogida y condiciones de vida dignas a los refugiados, en espera que puedan retornar a su patria libremente y en seguridad. Para la ocasión tenemos con nosotros a Amaya Valcárcel, coordinadora de Advocacy-Oficina Internacional del Servicio Jesuita a Refugiados, quien ha comentado a Claudia Alberto este evento, particularmente el concepto de Refugiados.

También tenemos con nosotros al Presidente de la Asociación Centro Astalli, del Servicio Jesuita para los refugiados en Italia, el p. Giovanni La Manna, quien se refiere particularmente al tema de la emergencia.

Asimismo el p. Giovanni La Manna recalcó la importancia de hacer la diferencia entre inmigrante y refugiado.


COMUNICADO DEL SERVICIO JESUITA A REFUGIADOS EN EL DÍA MUNDIAL DEL REFUGIADO
La Convención de Ginebra de 1951, 60 años de protección a los refugiados
Mucho hecho, pero aún mucho por mejorar
En respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial, hace 60 años la familia de las Naciones Unida dio los primeros pasos concretos hacia la construcción de un sistema global de protección de los refugiados.

“La convención de la ONU de 1951 para los refugiados es la piedra angular de la protección internacional. La seguridad ofrecida a millones de hombres, mujeres y niños, y la oportunidad de reconstruir sus vidas dignamente es un claro testimonio de su importancia”, dijo el director del JRS Internacional, Peter Balleis SJ.

Más significativo ha sido el establecimiento de una definición de refugiado centrada en el temor de una persona a ser perseguida como causa de su huída, más que enfocarlo en una situación en particular. Igualmente importante fue la introducción de una obligación universal de ofrecer limitadas pero importantes formas de asistencia a los refugiados, incluyendo, de forma más destacada, que nunca se devolviera a los refugiados a los lugares donde pudieran estar en peligro de persecución.

Sin embargo, son demasiados los gobiernos que siguen ignorando los principios clave de la convención, vistos como políticamente inconvenientes o como una carga económica. Los refugiados son a menudo confinados en campamentos remotos o injustamente detenidos violando su derecho a la libertad de movimiento. Así mismo, se les niega injustamente la documentación, el derecho a trabajar y el acceso a servicios esenciales. Los estados les limitan cada vez más el acceso a sus territorios y no brindan a los solicitantes de asilo la posibilidad de acceder a unos procedimientos justos para acceder al estatuto de refugiado.

“Si la convención se aplicara plenamente, tanto en la letra como en el espíritu, las vidas de muchos refugiados que han huido de Libia cruzando el Mediterráneo, de somalíes que han huido a Kenya e incontables más podrían ser protegidas e incluso salvadas. La protección frente a las violaciones de los derechos humanos es un derecho de nacimiento para todos nosotros”, continuó el P. Balleis.

Si bien el alcance de la definición de la convención no llega a la más amplia que utiliza el JRS, que incluye a los inmigrantes forzosos desplazados por conflictos generalizados, injusticias económicas y desastres medioambientales, su interpretación no obstante ha evolucionado con el tiempo. En los años recientes, la convención ha demostrado ser sensible a las necesidades emergentes ampliando la definición de refugiado para incluir a las víctimas de la violencia sexual, y a las de la persecución por parte de actores no estatales, tales como grupos rebeldes y milicias.

“En lugares como la República Democrática del Congo, donde las violaciones van en alza, miles de mujeres se han visto obligadas a desplazarse. El reconocimiento de la violencia sexual como una forma de persecución no sólo les ha permitido acceder a protección legal, sino que también ha impulsado a que algunas organizaciones establezcan programas para responder a sus necesidades específicas”, añadió el P. Balleis.

El próximo diciembre, la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) convocará un encuentro de gobiernos en el que pedirá a cada estado a que se comprometa a adoptar una medida substancial para mejorar la protección de los refugiados. El JRS apremia a los gobiernos a tomarse este reto en serio. Si bien hay mucho que celebrar este año, aún queda mucho por mejorar.

El JRS trabaja en más de 50 países de todo el mundo. La organización cuenta con más de 1.200 trabajadores: laicos, jesuitas y otros religiosos trabajan para responder, entre otras, a las necesidades educativas, sanitarias y sociales de 500.000 refugiados y desplazados, de los que más de la mitad son mujeres. Sus servicios se ofrecen a refugiados independientemente de su raza, origen étnico o confesiones religiosas.
Publicado el Lunes 20 de junio 2011
RV

Día Mundial del Refugiado 2011
En el año del 50º aniversario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la Asamblea General de la ONU, con la resolución 55/76 de 2001, estableció el 20 de junio como Diá Mundial del Refugiado.

Diez años después, en 2011, el 60º aniversario del ACNUR acompaña la celebración del Día Mundial del Refugiado con una serie de actividades, eventos y campañas de concienciación tanto a nivel mundial, como regional y local.

En América Latina y España, bajo el lema "Ponte en los Zapatos de un Refugiado y Da el Primer Paso para Entender su Situación" se hace incapié en la situación de los refugiados y solicitantes de asilo tanto en las zonas urbanas como en las pequeñas comunidades de frontera, donde luchan por integrarse en las sociedades de acogida, para conseguir un empleo y el acceso a los servicios básicos, como salud o educación, a menudo enfrentándose a la discriminación y la xenofobia.

Es así que la invitación a "ponerse en los zapatos de un refugiado" es también un llamado a desafiar la intolarancia y la indiferencia hacia personas que para salvar sus vida lo han perdido todo, menos que la determinación de volver a empezar.
http://www.acnur.org/