¿UNA LEY PARA QUE?
Escrito por: P. Javier San Martin sj
COMENTARIO AL SEXTO DOMINGO del T.O., ciclo A
Mateo 5, 17-37.
13 DE FEBRERO 2011
Estimados amigos, Bienvenidos a nuestra cita dominical para celebrar juntos el día del Señor. Hoy la Iglesia celebra el 6º Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A – En el Evangelio escuchamos un llamado especial a todos los corazones rebeldes y desobedientes que solo quieren vivir en libertad sin ninguna atadura, a aquellos que llevan dentro un espíritu de libertinaje que los empuja a rechazar toda ley que viene impuesta por otro, sea quien sea.
Pero hoy vemos que Jesucristo viene, legisla, manda y exige. Empieza por decir:
- Yo no he venido a abolir ninguna ley, sino a darle un cumplimiento perfecto.
Pero Él dicta su propia ley sin el voto de asambleístas ni diputados, y lo hace de manera autoritaria y sin apelación, porque después de cada artículo que Él mismo redacta dice:
- Pero, yo os digo…
Es decir, vemos que Jesucristo manda y no hay más remedio que obedecerle.
Si presentamos la ley de Jesucristo de esta manera, cualquiera podría decir que Él es un dictador. Pero vemos que es todo lo contrario. Cuando las gentes lo escuchaban, luego comentaban:
- ¡Éste sí que es un auténtico Maestro! Manda con autoridad propia, y, nos libera de todo ese peso de leyes que nadie puede cumplir…
Y el mismo Jesús dirá de su propia ley:
- Tomen mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave, y mi carga ligera.
Y los apóstoles más adelante escucharán al apóstol Pedro decir:
- Es tentar a Dios imponer sobre los creyentes una carga que ni nuestros padres ni nosotros podíamos soportar.
¿Qué pretende entonces Jesús al darnos su propia ley? Viene a enseñarnos a cumplir la nueva ley de Dios, que no va a ser una carga, sino un privilegio, no un castigo, sino un regalo y ayuda para lograr la paz y la felicidad. Viene a enseñarnos que la Nueva Ley no se refiere a lo externo del hombre, sino al interior de su vida y que se cumple con la ayuda del Espíritu Santo, que es la fuerza divina que Jesús nos deja para cumplir con la voluntad de Dios.
Por eso, los que acepten al Espíritu de Dios en su corazón, no necesitarán ninguna ley externa, ya que Jesús les dará un corazón nuevo con el que podrán vivir haciendo siempre lo que más agrada a Dios. La cirugía moderna llegó a realizar lo que antes era imposible ni siquiera imaginar. Cuando aquel médico y cirujano sudafricano hizo el primer trasplante de corazón, el acontecimiento hizo época. Pero vemos que Jesucristo siglos antes ya había realizado lo mismo pero en el orden moral y espiritual. En vez de leyes duras, policías, tribunales, cárceles y patíbulos, implantó una técnica moral basada en el amor, cambió el corazón de los hombres… Para Jesucristo, todo se cifra en el corazón.
En un corazón lleno del Espíritu de Dios no se conciben, pues, actitudes malévolas. ¿El asesinato? Nunca se podrá dar porque se ha perdonado de corazón. ¿El adulterio? A nadie se le ocurrirá porque el corazón será siempre fiel a la persona a la que se dio el amor, ¿El perjurio y la mentira? No se darán jamás, porque del corazón brotará lealtad, sinceridad, dignidad personal, honor, y se contentarán con decir: ¡Sí, sí!, ¡No, no!…,.
¿Para qué sirven entonces los mandamientos escritos? Sólo para avivar nuestra memoria, pero no para dar miedo, ya que el corazón sólo se guiará por el amor. Por ejemplo. ¿Necesito que el domingo me manden ir a Misa? No necesitaría ninguna orden ya que el corazón seguirá la inspiración del Espíritu Santo, que nos lleva a celebrar la Palabra de Dios, a participar en el Sacrificio de Jesús en el Calvario y a recibir la Sagrada Comunión, para llenarnos de la vida de Dios. El domingo será un día para descansar, disfrutar de la naturaleza y de la amistad, pero sin olvidar la amistad con Dios y el culto que a Él se le debe.
El que se deja llevar por las inspiraciones que el Espíritu Santo imprime en el corazón ¿qué necesidad tiene de que la Iglesia venga con la amenaza de pecado grave y de condenación eterna?… El cristiano lleno del Espíritu de Dios no necesitará de mandatos ni amenazas. “Ama y haz lo que quieras” dice el sabio refrán. Le basta con saber que eso es lo que Dios quiere, para cumplirlo con generosidad y sin regateos… Ésta es la ley de Jesucristo. Éste es el hombre ante su ley. Este es Jesucristo legislador con una ley llena bondad, talento y prudencia, hecha solo para que el hombre consiga la armonía en este mundo y la eterna felicidad. ¿Qué código civil puede superar a la sensatez del Evangelio?…
¡Señor Jesucristo! Bien tú sabes nuestras rebeldías ante tu palabra. Pensamos a veces que ella nos quita la felicidad. Haznos hoy comprender que tu ley es el único camino hacia la construcción del mundo que Tú siempre has soñado para nosotros, y para que algún día gocemos de tu presencia y la de todos los santos por toda una eternidad.
Pero ahora viene lo más importante: L e e r
Y bien amigos, así terminamos la primera parte de nuestra reflexión dominical. Pero ahora viene lo más importante y que te toca a ti. Toma en tus manos el texto del evangelio, Mateo 5, 17 al 35, y trata de sentir lo que el mismo Señor te quiere comunicar.
Agradezco al P. Pedro García, misionero Claretiano, por su colaboración en esta reflexión y a ti por tu presencia.
Te dejo pues con el Señor. Que nadie te interrumpa. Cuenta con mis oraciones, y hasta el próximo domingo.