La festividad del Señor Cautivo de Ayabaca, congrega en este mes de octubre a miles de fieles, quienes llegan a pie o en alguna movilidad disponible, no importa el medio, cada año se repite este ritual.
El Señor Cautivo de Ayabaca es una de las imágenes que más pasión despierta en los fieles. Hay piuranos que residen en lugares distantes, incluso en el extranjero, que llegan para participar en esta festividad. También llegan fieles de países vecinos, como Ecuador y peruanos de distintas ciudades quienes se congregan para adorar y pedir sus milagros.
Orígenes
Existen varias historias que explican el origen de la devoción al Señor Cautivo de Ayabaca, una de las más difundidas es la que cuenta que tres hombres vestidos de blanco llegan a Ayabaca. Eran artistas talladores. Ellos se comprometen a esculpir una imagen de Jesucristo a condición de que el pueblo guardara absoluta reserva sobre su presencia.
Nadie, además, debía interrumpir su trabajo y los alimentos les serían servidos al amanecer. Nadie debía verlos trabajar. Pero, la curiosidad pudo más, pasó el tiempo y varios se animaron a ver los avances del trabajo de los misteriosos caballeros. Los pobladores se acercaron a la casa, llamaron insistentemente y, al no tener respuesta creyeron que se habían burlado de ellos. Al forzar la puerta no encontraron a nadie y la comida estaba intacta, pero en el fondo de la habitación se alzaba imponente la escultura de un nazareno con las manos cruzadas.
Otra historia relata que a mediados del siglo XVIII un humilde campesino, al rozar los árboles de totoral, observó que de un tronco brotaba un líquido rojo como la sangre de una herida. Se llenó de fe e inspirado en ello talló el madero para forjar la imagen de Jesucristo.
Existen otros relatos, algunos investigadores creen que es una reminiscencia de un culto a dioses prehispánicos, como ocurre con otras devociones. Lo cierto es que la fe se mantiene inquebrantable en el pueblo de Ayabaca y sus alrededores.