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viernes, 6 de agosto de 2010

08.08 DOMINGO XIX - “C Lucas 12, 32-48


Jesús es el tesoro de mi corazón

Escrito por: Padre Javier San Martin SJ
DOMINGO XIX - “C”
Lucas 12, 32-48
08 de Agosto 2010

ESTIMADOS AMIGOS:
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor. Hoy la Iglesia celebra el domingo decimonono del tiempo ordinario, y presenta para nuestra reflexión y comentario un pasaje del evangelista San Lucas:

Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas. Ustedes comprenden, que si el dueño de casa supiera a qué hora vendrá el ladrón, se mantendría despierto y no le dejaría romper el muro. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará a la hora que menos lo esperan.»

Estén preparados, es decir, tengan una actitud alerta para recibir a aquel que esta por venir. Siempre hay un alguien por venir, en el nombre del Señor, siempre hay una palabra suya en el ambiente. Pero lamentablemente en tantas cosas nos ocupamos y preocupamos ¡Qué poco preparados estamos para recibir la visita del Señor! Por eso, debemos tener una actitud constante de ofrecimiento. Y estar preparados para ofrecer al Señor todo lo que tenemos, la vida, historia, amor y vocación. Por eso, hoy ofrezcamos todo lo que somos, nuestro pasado y futuro, nuestra vida y nuestro amor.

(Ofertorio)
Estar preparados no es una actitud externa y superficial. Es un anhelo que late en el corazón y que día a día nos hace aspirar más por el Señor, y nos ayuda a descubrir que la vida sin El no tiene sentido. Estar preparados no es solo rezar un momento, sino estar convencido de que lo único que vale en este mundo, por lo que vale la pena luchar y padecer, es Dios. Feliz aquel que ha descubierto esta verdad, y con los ángeles repite en cada momento de su vida: santo, santo, santo. Hoy unámonos a este canto, sabiendo que cuantos lo viven están preparados para la llegada del Señor.

(Santo)
Cuando uno va por la vida solo, sin sentir que pertenece a alguien, como si no tuviera un padre, una familia, unos hermanos, sus sentimientos son contrarios de aquel que esta esperando la llegada del Señor. Nosotros no hemos nacido para la soledad, sino para sentir la mirada cariñosa de alguien que nos acompaña, en las buenas y en las malas, Y hoy sabemos que esa persona quiere venir a nuestra vida. Hoy nuestra soledad termina porque alguien que nos ama con corazón de Padre esta por llegar, alguien que nos quiere como amigo, esta por venir. Pero, esto exige una preparación de nuestra parte: un deseo sincero de que Él venga de verdad. Por eso, hoy pidamos a nuestro Padre que esta en los cielos, que venga, que venga a nuestras vidas, a nuestro mundo… Pidámoslo con Fe.

(Padre Nuestro)
Pero la espera de Nuestro Padre no puede ser un acto egoísta. No puedo esperar simplemente que Él venga para que me ayude a mis necesidades. La expectativa es comunitaria, es esperar junto con los otros, en quienes reconozco a mis hermanos, es desear que el Señor venga para todos. Por eso, al esperar que Dios venga, debo abrir mis brazos para la comunidad, para darles la paz para vivir en armonía con ellos. La esperanza se vive en la reconciliación y en la unión de los hermanos. Se espera que Dios venga y así juntos estar unidos por la paz.

Y bien amigos, así terminamos nuestra reflexión dominical. Esforcémonos de hacer realidad esta actitud de espera, teniendo puesto nuestro corazón en Dios y en los Hermanos. No pasemos por la vida como el administrador que decía: «Mi patrón llegará tarde». Y cuando llegó el patrón, el día menos esperado, le quitó de su cargo y lo mandó a donde están aquellos de los que uno no se puede fiar. Recibe, mi abrazo y mi bendición y te invito el próximo domingo para celebrar juntos una vez más el Día del Señor.
http://faculty.shc.edu/jsanmartin/