Páginas

sábado, 1 de mayo de 2010

V Domingo de Pascua 2010

Tu amor alegra mi corazon

Escrito por: Padre Javier San Martin sj
DOMINGO QUINTO DE PASCUA - “C”
San Juan 13, 31 al 33a y 34 al 35
02 de mayo 2010

ESTIMADOS AMIGOS:
Bienvenidos una vez más a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor. Hoy celebramos el QUINTO DOMINGO DE PASCUA y la Iglesia presenta para nuestra reflexión y comentario un pasaje del evangelista San Juan
“Hijos míos, me queda poco de estar con Uds. Les doy un mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros como yo les he amado. La señal por la que conocerán que son discípulos míos, será que se amen los unos a los otros”.

Ámense”, ¿es la señal que te distingue como cristiano?
En este bello pasaje, Jesús ha dejado claramente consignada la característica principal de sus seguidores, por la cual serán reconocidos en el mundo entero. Dicha señal no será un distintivo que sus seguidores deberán llevar sobre el pecho para que todos los reconozcan, ni menos un uniforme o vestido particular que lo distinga claramente cuando caminen por las calles, ni tampoco esta señal serán ciertas prácticas que los seguidores deberán cumplir, como por ejemplo, asistencia a algunas reuniones, pagar algunas cuotas, como podemos advertir en los clubes sociales de nuestra sociedad. Nada de eso. La señal que distinguirá a los seguidores de Jesucristo, más que algo externo, será una actitud interna que se deberá traducir en actos visibles observables por la gente. “Ámense los unos a los otros como yo les he amado.” Esta señal es la que revelará al mundo la pertenencia al grupo de seguidores de Jesús, una amistad auténtica entre los integrantes del grupo.
No cabe duda que este tipo de señal, muy especial, comporta una exigencia mayor. Mucho más fácil es cumplir un requisito externo, ó dar un discurso sobre las exigencias cristianas ó dar un examen sobre estos temas, que adquirir una actitud personal y practicarla. Mucho más fácil es hablar del amor, que amar, y más aún cuando encontramos en las comunidades gente que siembra tensión, división y aun odio, gente con un carácter que hace muy cuesta arriba lograr una relación normal y amigable.
Por eso, la Iglesia hoy nos recuerda que el mandamiento central de toda comunidad cristiana es un amor visible, tangible, audible, ya que la gente comprenderá que Dios es amor si solo ve que sus discípulos se aman de verdad unos a otros, si ve en los que han hecho una opción por Cristo buenas relaciones de amistad, colaboración, solidaridad. La gente cree más en lo que ve que en lo que se le predica. Pero, lamentablemente, no siempre las comunidades cristianas son un ejemplo visible de amor cristiano. ¿Qué hacer cuando esto se da? En tales casos se hace necesario plantearse con sinceridad los motivos que han llevado a los integrantes a formar parte de una comunidad de seguidores de Cristo. Es importante reflexionar que los motivos para esto no pueden ser únicamente la eficacia del trabajo, la apariencia personal, el adquirir una posición segura, reconocida por la sociedad. Es indispensable reconocer que el elemento esencial de una comunidad cristiana que, al mismo tiempo, es un don de Dios, es un amor personal a Jesucristo que se debe traducir en un amor visible a los demás miembros del grupo. Y si esto falta, resulta imposible que esa comunidad pueda ser reconocida por la gente como cristiana.
Es, pues, necesario que cada miembro de una comunidad cristiana viva un crecimiento espiritual continuo, con la fuerza de la gracia, que le lleve, en primer lugar, a entablar una amistad cada vez más íntima y personal con Jesucristo, aceptar sus continuas llamadas, pasar ratos con Él, saborear el hermoso reclamo a la amistad que Él nos hace sentir. Y esto será la base que nos ayudará a crecer cada día en una amistad visible con los demás miembros de la comunidad. Pero ¿qué hacer cuando se presenta incompatibilidad de caracteres entre los miembros de una comunidad? En estos casos, estimados amigos, se hace urgente insistir en la unificación de criterios y en definir la finalidad de la comunidad. Dar mucho espacio al diálogo abierto, al encuentro, a descubrirnos los unos a los otros. Que lleguemos a experimentar el gusto de aceptar y ser aceptados. De esta manera la incompatibilidad de caracteres irá borrando sus rígidas fronteras. Una oración sincera deberá acompañar todo el proceso, la que nos ayudará a encontrar la luz en medio de situaciones difíciles y, así, podremos lograr la meta que hoy pone Jesucristo a todos sus seguidores: “La señal por la que conocerán que son discípulos míos, será que se amen los unos a los otros”.
Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTE
Y BIEN AMIGOS, así terminamos nuestro breve comentario a la liturgia de este domingo,… Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.Te invito, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Juan, Capítulo 13, versículos del 31 al 33a y del 34 al 35, y trata de escuchar lo que el Señor Jesús te quiere comunicar, a través de él.
Te agradezco muy sinceramente haber estado con nosotros, y nos encontramos el próximo domingo .

Blog del Padre Javier San Martin SJ

CANTEMUS DOMINO GLORIOSE ENIM MAGNIFICATUS EST