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lunes, 3 de mayo de 2010

02.05 Visita a Turin de S.S.Benedicto XVI












En Turín, Benedicto XVI dice que Cristo afrontó la cruz para poner un dique al mal; para anticipar el momento en el que toda lágrima será enjugada y no habrá más muerte, ni luto, ni angustia

Domingo, 2 may (RV).- Benedicto XVI ha llegado esta mañana en vista apostólica a Turín en ocasión de la Ostensión de la Sábana Santa. La capital piamontesa le ha tributado una gran acogida. Más de 50 mil fieles han participado a la solemne ceremonia eucarística, que el Papa ha concelebrado en la plaza de San Carlo y que ha podido ser seguida también en los alrededores a través de pantallas gigantes. El escenario donde se ha celebrado la Misa ha estado erigido entre las dos iglesias gemelas de la plaza: la de san Carlo y la de santa Cristina. La llegada del Santo Padre en papamóvil ha sido saludada por una gran aclamación de la multitud. El arzobispo de Turín, cardenal Severino Poletto ha dicho que la llegada del Papa “es un evento especial de gracia para la Iglesia piamontesa”. El Papa en su homilía ha recordado que “estamos en el tiempo pascual, que es el tiempo de la glorificación de Jesús. En el misterio pascual pasión y glorificación están estrechamente ligadas entre sí”, ha dicho. Juan lo hace comprender claramente: señalando que la glorificación de Jesús inició con su pasión. “Su gloria, es la gloria del amor, que dona todo de sí mismo”. Pero la pasión es solo el inicio. Por eso Jesús afirma que su glorificación será también futura. Y anuncia un “mandamiento nuevo”. “Como yo os he amado, así amaos los uno a los otros”. Lo que es nuevo es precisamente eso “amar como Jesús amó”. El Antiguo Testamento no presentaba ningún modelo de amor, sino que formulaba solo el precepto de amar. Jesús, en cambio, se nos ha dado él mismo como modelo y fuente de amor. El Papa ha hablado de la rica tradición de santidad en los siglos pasados de la Iglesia de Turín, que ha conocido un generoso servicio a los hermanos gracias a la obra de celosos sacerdotes, religiosos y fieles laicos. Y ha dicho que “dándonos el mandamiento nuevo, Jesús nos pide vivir su mismo amor”. Y aunque “hay siempre en nosotros una resistencia al amor y son muchas las dificultades que provocan divisiones, rencores y resentimientos”, el Señor nos ha prometido que si estamos unidos a Cristo, podemos amar a este mundo”. Amar a los demás como Jesús nos ha amado es posible sólo con aquella fuerza que nos es comunicada en la relación con Él, especialmente en la Eucaristía, en el que se hace presente de un modo real su Sacrificio de amor que genera amor.Tras ofrecer una palabra de estímulo a todos los sacerdotes y religiosos de esta Iglesia, que se dedican con generosidad al trabajo pastoral, el Pontífice ha aludido a las muchas tribulaciones de la vida cotidiana. “La vida cristiana, queridos hermanos y hermanas, no es fácil” ha dicho. En Turín no faltan las dificultades, los problemas, las preocupaciones. “Pero es precisamente la certeza que nos viene de la fe -ha explicado el Santo Padre-, la certeza de que no estamos solos, que hace posible afrontar, vivir y superar la fatiga de los problemas cotidianos”. “Fue el amor universal de Cristo resucitado el que impulsó a los apóstoles a salir de sí mismos, a difundir la palabra de Dios, a consumirse sin reservas por los otros, con coraje, alegría y serenidad”. Benedicto XVI ha exhortado a las familias a vivir la dimensión cristiana del amor en las sencillas acciones cotidianas, en las relaciones familiares superando las divisiones e incomprensiones, cultivando la fe que hace más fuerte la comunión. También ha pedido que no falten testimonios del amor evangélico en el mundo de la Universidad, de la cultura y en el de la administración pública:La colaboración para perseguir el bien común y hacer que la Ciudad sea más humana y vivible, es un signo de que el pensamiento cristiano sobre el hombre no está nunca contra su libertad, sino que favorece una mayor plenitud que solo en una “civilización del amor” encuentra su realización. “A todos, en particular a los jóvenes, quiero decir que no pierdan nunca la esperanza, aquella que viene de Cristo”, ha subrayado el Santo Padre, que ha añadido que “Aquél que estuvo crucificado, que compartió nuestros sufrimientos, como nos recuerda también, de manera elocuente, la Sábana Santa, es aquél que está resucitado y nos quiere reunir a todos en su amor.¿La Sábana Santa no comunica el mismo mensaje? En ella vemos, como reflejados, nuestros padecimientos en los sufrimientos de Cristo: “Passio Christi. Passio hominis”. Precisamente por eso, ella es un signo de esperanza: Cristo ha afrontado la cruz para poner un dique al mal; para hacernos ver, en su Pascua, la anticipación de aquel momento en el que también para nosotros, toda lágrima será enjugada y no habrá más muerte, ni luto, ni lamento, ni afanes. “La primera cosa absolutamente nueva realizada por Dios fue la resurrección de Jesús, su glorificación celestial”. Ella es el inicio de toda una serie de “cosas nuevas”, ha terminado diciendo el Papa.“Cosas nuevas” son un mundo lleno de alegría, en que no haya más sufrimientos y atropellos, no más rencores y odios, sino solo el amor que viene de Dios y que transforma todo. Antes de concluir esta solemne celebración, el Santo Padre dirigiéndose, en el rezo del Regina Coeli a María Santísima, venerada en Turín como Patrona principal, a Ella ha confiado la ciudad y todos sus habitantes. La Virgen María es aquella que más que cualquiera ha contemplado a Dios en el rostro humano de Jesús. Lo ha visto apenas nacido, mientras, envuelto en pañales, era colocado en un pesebre; lo ha visto apenas muerto, cuando, depuesto de la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo llevaron al sepulcro. Dentro de ella se imprimió la imagen de su Hijo martirizado; pero esta imagen ha sido después transfigurada por la luz de la Resurrección. Así, en el corazón de María, está custodiado el misterio del rostro de Cristo, misterio de muerte y de gloria. De ella podemos aprender siempre a mirar a Jesús con mirada de amor y de fe, a reconocer en aquel rostro humano el Rostro de Dios.Con gratitud el Papa ha encomendado a la Virgen todos los que han trabajado en la realización esta su Visita, y para la Ostensión de la Sábana Santa. La breve visita papal de apenas 10 horas, ha proseguido después con un almuerzo del Papa con los obispos de Piamonte. Por la tarde, Benedicto XVI encontrará a los jóvenes, sucesivamente rezará ante el Santo Sudario, y visitará a los enfermos en la Pequeña casa de la Divina Providencia fundada por san José Benito Cottolengo, en los suburbios de Turín en 1832. http://www.radiovaticana.org/spa/Articolo.asp?c=376855



CANTEMUS DOMINO GLORIOSE ENIM MAGNIFICATUS EST