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martes, 16 de marzo de 2010

Fallas Valencia 2010: Su historia











Historia
En el valenciano medieval , la palabra falla (del latín fac(u)la, diminutivo de fax, antorcha) servía para nombrar las antorchas que se colocaban en lo alto de las torres de vigilancia. Deriva del latín facula, antorcha. En el Llibre dels Fets, se cita que las tropas del rey Jaime llevaban fallas para iluminarse.
Este término se utilizaba tanto para las antorchas que iluminaban las tiendas de campaña como las que se utilizaban para alumbrar una fiesta. Más adelante se hace referencia a este término para referirse a las hogueras y luminarias que se encendían en vísperas de fiestas extraordinarias y patronales.
La víspera de San José se encendían hogueras para anunciar su festividad, recibiendo esa práctica ritual el nombre de falla.
La versión más popular del origen de las fallas según el Marqués de Cruïlles, fueron iniciadas por el gremio de carpinteros que quemaban en la víspera del día de su patrón San José, en una hoguera purificadora, virutas y trastos viejos haciendo limpieza de los talleres antes de entrar la primavera.
Existen otros autores que intentan encontrar un origen más antiguo a la fiesta, defendiendo que el culto al fuego es un ritual de tradición pagana y que las fallas no son más que una versión de este arcaico ritual que anuncia la entrada de la primavera y trata de propiciar la fertilidad.
En el siglo XVIII algunas fallas que se encendían en Valencia no eran meras hogueras sino monumentos satíricos y burlones en los que se exponían a la vergüenza pública y se quemaban simbólicamente personas y situaciones de la vida real. Hay diferentes hipótesis sobre el comienzo de la fiesta fallera. Por lo que hoy se puede saber los albores de las Fallas se remontan a principios del siglo XVIII. Una de estas teorías, la más probable, explica que los carpinteros valencianos, al final de cada invierno, hacían quemar sus "parots" (estructuras de las que colgaban los candiles que les daban luz) puesto que con la llegada de la primavera, y al hacerse los días más largos, ya no eran necesarios. Con el paso del tiempo, y por mediación de la Iglesia, se hizo coincidir la fecha de la quema de estos parots con la víspera de la festividad del patrón de los carpinteros, San José.
La tradición fue sometiéndose a cambios con el paso del tiempo. A ese parot se le fueron añadiendo ropas para que adoptase fisonomía humana. También se empezaban a incorporar carteles alusivos a algún personaje conocido del barrio. Se le dotó así de un contenido satírico y burlesco para llamar la atención a los vecinos. Además, los niños iban de casa en casa pidiendo "una estoreta velleta" (una alfombra vieja), que se convirtió en un canto popular para recoger todo tipo de muebles y utensilios viejos para quemarlos en una hoguera junto con el parot. Estos parots fueron los primeros ninots. Con el paso del tiempo se incorporó la gente del barrio al proceso de confección de los catafalcos, y nacieron monumentos que incorporaban varias figuras.
Hasta principios del siglo XX las fallas eran cajones altos con tres o cuatro muñecos de cera vestidos con ropas de tela, hasta que los artesanos incorporaron un nuevo procedimiento: la reproducción de moldes en cartón piedra. La creación de la falla fue evolucionando hasta la actualidad, donde la mayoría de monumentos están compuestos de poli estireno expandido ("poliexpán"), corcho blando fácilmente moldeable con sierras de calor y le aporta más brillo a la pieza. Así el arte de las fallas ha generado monumentos de mayores dimensiones con remates que rozan los 30 metros de altura.
Hoy las fallas mueven cerca un millón de turistas anualmente. Se plantan 385 monumentos en la ciudad de Valencia y más de 250 en el resto de la provincia. El Gremio de Artistas Falleros subsiste como entidad encargada de enseñar el antiguo oficio de producción de monumentos falleros. La Junta Central Fallera es la entidad que organiza la fiesta y la mantiene viva durante todo el ejercicio fallero.