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jueves, 25 de febrero de 2010

Primer domingo de Cuaresma 2,010

21 Febrero 2,010
Primer Domingo de Cuaresma


Queridos hermanos en Cristo, Nuestro Señor y en María, Nuestra Madre, hoy la liturgia nos invita a entrar en retiro con Nuestro Señor Jesucristo.El miércoles pasado, Miércoles de Ceniza, dimos inicio a la Cuaresma, cuarenta días para acompañar, vivir, convivir, en un retiro espiritual y personal con Jesús.

La Oración, la Limosna, y el Ayuno, son tres actitudes, que cuando se practican y se viven con rectitud de intención, nos ayudarán a dominar nuestro espíritu y a vivir con seriedad y esfuerzo esta Cuaresma que empezamos el miércoles.

“En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto”. Esto es lo que quiero rescatar, hoy, para nuestra meditación personal: podríamos llamar a este evangelio, el “Evangelio del desierto”.Jesús no se retira al desierto para ser tentado, para eso en su caminar por esta tierra, nuestro Señor fue tentado innumerables veces y hasta el final de su vida fue tentado: “Si es hijo de Dios que baje ahora mismo de la cruz…”. Jesús se va al desierto “lleno del Espíritu Santo” a prepararse, mediante la oración y el ayuno, para su vida pública, y allí es tentado.

Lo difícil para muchos cristianos es marcharse al desierto, no resistir la tentación.En nuestra época, en la que es tan difícil apartarse de los ruidos, mantener un cierto nivel espiritual y buscar a Dios entre tantas prisas que tenemos, el diablo de seguro se ha escrito a algún curso de cocina, o de no sé de que cosa, porque necesita ocupar sus tiempos libres.

En Nuestro mundo hay mucho mal, eso ya lo sabemos; pero lo que no nos damos cuenta es que a nosotros nos falta más interioridad en conocer más a Jesús; por eso, cuando falta interioridad el diablo deja el trabajo a la carne y al mundo, no hace falta tentarnos para hacer el mal pues cuando vemos el pecado nos lanzamos de cabeza a él, no nos hace falta ni que nos empujen, sólo caemos.
En el mundo nuestro existe la “política de lo mínimo”, es decir, hacer el menor de los esfuerzos. Si estamos en Misa y nos da un poco de sueño, pues nos dormimos; si tenemos mucho calor, pues que más da, me voy a Misa con mis sandalias y mi shorts último modelo (y para las mujeres también lo digo), pues tengo calor, es justo no. Si tengo ganas de conversar, pues dale a conversar, pues al fin al padrecito no se le entiende nada, hay que aprovechar el tiempo.
Pues todo es falta de “coraje”, de “reciedumbre”, de aprender a “dominarnos a nosotros mismos”, de no caer en este juego en el que casi siempre perdemos: Si te gana el sueño, pues ponte de pie y estate a un lado; si alguien me hace conversación me retiro de su lado, y así muchas cosas que puedo hacer, claro, si lo quiero. Si te das cuenta, te he puesto sólo ejemplos de los que acudimos a Misa, si esto lo llevamos a la vida diaria, pues me demoraría mucho…Por eso tantas personas tienen tan poco sentimiento de culpa y de pecado, simplemente se han dejado llevar, creen que son así (mentirosos, adúlteros, egoístas, envidiosos, etc.) y no se preocupan más. No hay una lucha contra el pecado, simplemente viven inmersos en él.
La tarea complicada de la cuaresma, con la que empezamos este domingo, es irse al desierto. No conformarnos con “soy así” y recordar que “el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos”. Hemos sido redimidos en Cristo, hemos superado el pecado y esa no es la situación natural del hombre, sino vivir en la gracia de Dios, pues “la palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón”.
Una vez que nos paremos a descubrir quiénes somos realmente, nos decidamos a hacer oración de verdad, sepamos situar nuestra vida como hijos de Dios, entonces (y sólo entonces), vendrán las tentaciones.
Pero las tentaciones son facilísimas de superar (aunque cuando las sufrimos nos parezcan insalvables), pues tenemos todas las armas para vencerlas, toda la Gracia de Dios, la inhabitación del Espíritu Santo, la intercesión de los santos y la cercanía de nuestra Madre la Virgen.
El demonio sabe tentar al santo como al niño. Es muy astuto, es un mentiroso por antonomasia, y siempre quiere alejarnos de nuestro Señor, su peor tentación es hacer de nosotros hombres y mujeres tristes; ¡no lo permitas!, Dios es mucho más grande que nuestros pecados y por eso nos dio a su Hijo Amado, para perdonarnos y salvarnos.
Sólo quiere que tú lo aceptes como tu Señor y sepas que aunque caigas, no tengas miedo a nada ni a nadie porque Él está siempre dispuesto a perdonarnos y mostrar su misericordia para con nosotros. Si te caes, levántate.
“El demonio, nos quita la vergüenza para pecar y nos la devuelve para confesarnos”. Sabe como somos y sabe lo que tememos. Cuando nos arrepentimos de nuestras faltas nos hace creer que los demás nos van a mirar mal, que nuestra vida ya no tiene salvación y tantas cosas más. No te olvides que solo Jesús es nuestro Salvador: “Si Él está con nosotros, quien contra nosotros”.
Si caemos nos levantamos, pedimos perdón y seguimos caminando, sin sustos, miedos ni complejos.
Primer domingo de Cuaresma, pues a preparar nuestras cosas y nuestra maleta, porque nos vamos al desierto. Es un desierto muy poblado, con encontraremos con Jesucristo, con la vida de los santos que nos ayudan, con nuestro ángel de la guarda y, por supuesto, también con el diablo, pero entonces apretamos más fuerte la mano de nuestra madre la Virgen de los Desamparados y a seguir nuestro camino.
* Homilia del P. Richard Vélez Campos..
Fuente... http://parroquiadesamparados.blogspot.com