Refrescando el Verano del Peru

Domingo de Ramos con Maria 2018

Domingo de Ramos con Maria 2018
Domingo de palmas con Maria 2018

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Misa : + R.P. Fernando Chang Valverde






MISA DE HONRAS
Primer año de fallecimiento
2010-2011
+ R.P. Fernando Chang Valverde
Jueves 1ro. de Diciembre 2011
06:00 pm Santo Rosario
7:30 pm Santa Misa

Parroquia Dela Sagrada Familia
Esq. Angel Arata y H. Spezziani
Urb. Mi Refugio / San José / Bellavista / Callao
(Alt. Cuadra 48 Av Colonial – Ref. Boutique del Pan )

Invitan: Parroquia De la Sagrada Familia – el Movimiento Sacerdotal Mariano y familiares

-------------------




El P. Fernando Chang nació en Huarmey (Casma-Ancash), el 12 de junio de 1929. Después de los estudios primarios en Huacho y los secundarios en Lima, ingresó en el Seminario de Santo Toribio (Lima) en 1952. El 6 de enero de 1959 fue ordenado sacerdote, teniendo como primer destino la Parroquia de “San Pedro” (Lurín) como Vicario Cooperador. En 1963 fue destinado a la Parroquia de “Nuestra Señora de Guadalupe” (La Perla-Callao), primero como Vicario y después como Párroco. Cuando en 1967 se crea la Diócesis del Callao, el P. Chang decide quedarse en la nueva Diócesis.
En 1981 será destinado como Párroco en la Parroquia “Sagrado Corazón de Jesús”. Mientras estuvo al frente de la misma continuó en la Parroquia el “convictorio” de la Diócesis del Callao.
Al terminar su servicio pastoral en esta Parroquia ha sido Párroco de “Nuestra Señora de Lourdes” y “Sagrada Familia”.
En él destaca su devoción a la Virgen María que le ha llevado, entre otras actividades pastorales, a ser el encargado de organizar la Consagración de la Diócesis al Inmaculado Corazón de María (1987-1988), responsable del Movimiento Sacerdotal Mariano (desde 1990), el impulsor de la declaración del Callao como “Provincia y Ciudad de María” por S.E.R. Mons. Ricardo Durand, S.I. (1991), el promotor de la Consagración del Perú a la Virgen María (2007), etc.

sábado, 26 de noviembre de 2011

En la iglesia de la Compañía de Jesús concierto de musica sacra por tiempo de Adviento 2011


La iglesia de la Compañía de Jesús inicia este domingo los conciertos de música sacra con motivo del Adviento
A las 12.30 horas, hasta el 8 de enero



VALENCIA, 26 NOV. (AVAN).- La iglesia de la Compañía de Jesús en Valencia iniciará mañana, coincidiendo con el primer domingo de Adviento, un ciclo de conciertos de música sacra, tanto de órgano como de cámara, que se prolongarán hasta el próximo 8 de enero, con motivo de este tiempo litúrgico así como de la Navidad.

En el primer concierto del ciclo, mañana, a las 12.30 horas, se interpretarán obras del sacerdote valenciano Mariano Baixauli (1861-1923), organista de la iglesia de la Compañía de Jesús, con motivo del 150 aniversario de su nacimiento. El repertorio será interpretado por el organista Vicente Ros, las solistas Amparo Sancho y Marta López y el Coro Universitario Sant Yago, bajo la dirección de Pau de Luis.



Durante los conciertos se ofrecerán también obras de autores de diferentes épocas artísticas, como Johann Sebastián Bach, Georg Friedrich Händel, Antonio Vivaldi, Franz Liszt, Joseph Haydn, Antonio Vivaldi y Juan Bautista Cabanilles, natural de Algemesí, a quien se dedicará el concierto del domingo 1 de enero, con motivo del inicio del Año Cabanilles, al cumplirse el 300 aniversario de su muerte. La Iglesia de la Compañía de Jesús cuenta desde el año 2002 con el órgano 'Cabanilles', dedicado al que fuera organista en la Catedral de Valencia de 1665 a 1712.



El órgano de la iglesia de la Compañía, en la actualidad el “más grande de toda la Comunidad Valenciana y uno de los de mayores dimensiones de España”, tiene doce metros de alto, ocho de ancho, cinco mil tubos de hasta nueve metros de largo y 74 registros, con cuatro teclados, pedal y un ordenador para la combinación de los juegos o registros, “características que lo capacitan para interpretar todo el repertorio universal organístico”, según ha indicado a la agencia AVAN el catedrático de órgano y clavecín del Conservatorio Superior de Música de Valencia, Vicente Ros.

http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=6&pad=6&modulo=37&id=6183

En Tiempo de Adviento: preparemos nuestro Belen o Nacimiento

¿Belen o Nacimiento ?




Video KASASBELEN



CÓMO HACER UN BELÉN CON CAJAS DE CEREALES

No importa con que lo haga, hagalo con estilo y con mucho amor
Subido por el 04/12/2008

El Belén de Valencia sera inaugurado el 30 Noviembre 2011

El Belén monumental de la Catedral reproducirá este año “La Adoración de los pastores” de Murillo
Ha comenzado ya su instalación y será inaugurado el 30 de noviembre




Preparando el Tiempo de Adviento valenciano 2011

VALENCIA, 24 NOV. (AVAN).- La Catedral de Valencia ha iniciado la instalación de su Belén monumental, que este año contará con trescientas figuras y una nueva representación del Nacimiento con la reproducción de la escena de “La Adoración de los pastores”, del pintor barroco Bartolomé Esteban Murillo. Está previsto que se inaugure el próximo 30 de noviembre.

La Seo acoge este belén de grandes dimensiones, siguiendo una tradición que desde el siglo XVII no se había retomado hasta hace tres años. El belén ofrece, como cada Navidad, una nueva escenografía, en la que aparecen representados “diferentes oficios de Jerusalén, como herreros, alfareros, zapateros o incluso mercadillos de trueque de la época”. Además, el portal “ha sido elaborado a imitación de un edificio napolitano”, según ha explicado a la agencia AVAN fuentes del grupo Amigos del Belén de Valencia, autor del Nacimiento.



El belén, ubicado en el interior de la capilla de San Luis Obispo, en el lado izquierdo de la nave central, mide diez metros de largo por siete de fondo. El conjunto “representa diferentes pasajes bíblicos a modo de tríptico”. En el lado derecho, 35 figuras escenifican “la Anunciación a los pastores con un gran rebaño de ovejas”. La parte central representa el Nacimiento, con una reproducción exacta de la escena del cuadro del pintor barroco Bartolomé Esteban Murillo, “a través de figuras del maestro belenista Martín Castells Martí, fallecido en 1996”, han añadido.

El lado izquierdo del belén recoge la caravana de los Reyes Magos, que este año cuenta con nuevas figuras del escultor Ángelo Tripi, de Palermo. Con más de 20 personajes, los Reyes aparecen acompañados de pajes, guerreros y animales, como guepardos. Así, el rey Gaspar “ha sido representado sobre un caballo encabritado, asustado por los perros que porta un niño”, mientras que Baltasar aparece sobre un elefante con baldaquino, reproduciendo una figura napolitana del siglo XVII.



Más de 350.000 personas visitaron el pasado año el belén durante el mes que permaneció expuesto en el interior de la Catedral.

(Fotos: Alberto Sáiz)
http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=6&pad=6&modulo=37&id=6171


Homilia al Primer Domingo de Adviento 2011



27 11 2011
ESPERANZA
Escrito por: Gabriel J. Perez SJ en MENSAJE DEL DOMINGO
COMENTARIO AL 1er DOMINGO de ADVIENTO - CICLO “B” del T. O.
San Marcos 13, 33-37
27 de noviembre 2011

Estimados amigos, bienvenidos a la cita dominical





¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras!
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Miren, vigilen: pues no saben ustedes cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y le asignó a cada uno de sus servidores su tarea, encargando al portero que vigilara. Vigilen entonces ustedes, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡Vigilen!" (Marcos 13, 33-37).
Comienza hoy un nuevo ciclo anual en la liturgia de la Iglesia con el Adviento, nombre proveniente del vocablo latino Adventus, que significa venida, llegada, advenimiento. La petición del Padrenuestro en la que decimos venga a nosotros tu reino -en latín adveniat regnum tuum- es la propia de este tiempo durante el cual nos preparamos para celebrar la Navidad y en el que se nos invita a la conversión, a la esperanza y a la vigilancia.

1.- Un tiempo en el que se nos invita a la conversión
El libro profético de Isaías, del cual se toman las primeras lecturas de los cuatro domingos del Adviento, nos presenta en el texto correspondiente a este primer domingo (Isaías 63, 16 - 64, 7) una oración que podemos hacer nuestra hoy, aplicándola a la situación de un mundo que, como en aquellos tiempos, experimenta el vacío de Dios porque vive de espaldas a Él, sin reconocerlo ni tenerlo en cuenta. “¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras!”, exclama el profeta, expresando con esta imagen el reconocimiento de la necesidad que todos tenemos de Dios como “nuestro padre” (creador) y como “nuestro redentor”, en medio de una realidad de desolación comparable a la sequía del desierto y que sólo puede cambiar Dios mismo, el único ser que nos puede dar la vida verdadera y liberar al ser humano de todo cuanto lo oprime y le impide ser auténticamente feliz.
Los creyentes en Jesucristo afirmamos desde nuestra fe que esa oración del texto profético del libro de Isaías y la plegaria del Salmo 80 (79) -“Ven a salvarnos”- fueron respondidas con la encarnación del Hijo de Dios en Jesús de Nazaret hace poco más de veinte siglos. Sin embargo, tanto los seres humanos de hoy como los de aquel tiempo necesitamos que su acción redentora llegue hasta cada uno de nosotros, y para que esto suceda es necesaria de nuestra parte una disposición sincera a convertirnos, es decir, a volvernos a Él y dejarnos transformar por la acción de su Espíritu.
¿Cómo realizar una auténtica conversión? Pues aprovechando este tiempo del Adviento para hacer una revisión de nuestra vida y descubrir cómo debemos orientarla o reorientarla hacia Dios en el cumplimiento de su voluntad. Porque la petición “venga a nosotros tu reino” corresponde a su vez a la disposición que manifestamos cuando decimos sinceramente “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.

2.- Un tiempo en el que se nos invita a la esperanza
“Ustedes esperan el día en que aparezca nuestro Señor Jesucristo”, les escribe el apóstol san Pablo a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (1 Corintios 1, 3-9). Este mensaje de la segunda lectura de este domingo llega hoy a cada uno de nosotros para que alimentemos en nuestra vida una de las tres virtudes llamadas “teologales”, referidas a Dios -fe, esperanza y caridad-. La virtud teologal de la esperanza nos anima a mirar el porvenir con optimismo, aun en medio de las dificultades y problemas que podamos estar experimentando en el presente, porque creemos en Jesucristo y sabemos que “Él es fiel” a sus promesas.
La manifestación del Reino de Dios en nuestro Señor Jesucristo desde su encarnación y su nacimiento como Dios hecho hombre, no es sólo un acontecimiento que sucedió hace poco más de veinte siglos. Él sigue llegando y manifestándose a cada persona que esté dispuesta de verdad a recibirlo en su existencia, y se hace presente para alimentarnos con su propia vida en la Eucaristía. Cada vez que celebramos este “sacramento de nuestra fe”, repetimos la misma invocación con que los primeros cristianos expresaban la esperanza en su venida gloriosa, y que quedó escrita en el penúltimo versículo del libro del Apocalipsis, el último escrito bíblico del Nuevo Testamento: “¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22, 20). De modo similar, en la tradicional novena de Navidad que pronto volverá a resonar una vez más con sus gozos y villancicos, le decimos: “¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!”.
En efecto, en este tiempo del Adviento se nos invita a proclamar nuestra esperanza en el Reino de Dios que ya vino en la persona de Jesús, que sigue llegando a cada uno de nosotros cuando acogemos con nuestro comportamiento la palabra del Señor y recibimos a Jesús en la comunión, y que se manifestará en forma plena, definitiva y gloriosa al final de los tiempos. Para cada uno de nosotros, este final de los tiempos será el momento del paso de la vida presente a la eternidad.






3.- Un tiempo en el que se nos invita a la vigilancia
“Manténganse despiertos y vigilantes”, dice Jesús en el Evangelio de hoy, al finalizar la parábola de los servidores que aguardan la llegada del dueño de la casa en cualquier momento. Cada uno de nosotros, como servidor o servidora del Señor en esta tierra que Él nos ha encomendado cuidar, es invitado a mantenerse alerta para su llegada. Tres veces aparece en el texto del Evangelio la invitación a que estemos vigilantes. Y la invitación es no sólo para unos cuantos, sino para todos: “Lo que les digo a ustedes lo digo a todos”.
¿Cómo mantenernos despiertos y vigilantes para que no nos sorprenda desprevenidos la venida definitiva del Señor? Pues, precisamente, uniendo nuestra actitud sincera de conversión a la renovación de nuestra esperanza activa en la realización plena del Reino de Dios inaugurado por nuestro Señor Jesucristo. Porque la auténtica virtud de la esperanza no es una espera pasiva en que Dios solucionará nuestros problemas sin poner nosotros de nuestra parte, sino todo lo contrario: una disposición activa a preparar el advenimiento (el “adviento”) del Reino de Dios, haciendo posibles la condiciones que nos corresponde a nosotros desarrollar para que ese reino de la justicia, del amor y de la paz sea una realidad en nuestra vida y en nuestro entorno social.-

gperezsj@gmail.com

Escrito por: Gabriel J. Perez SJ



http://www.jesuitas.org.co/index.php?option=com_content&view=article&id=697&Itemid=97

El Tiempo de Adviento




El Tiempo de Adviento

Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.

Comienzo: El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico y empieza el domingo

Término: Adviento viene de adventus, venida, llegada, próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
Color: La Liturgia en este tiempo es el morado.
Sentido: El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Duración: 4 semanas


Partes: Se puede hablar de dos partes del Adviento:
a) desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;
b) desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.
Personajes: Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.
http://www.aciprensa.com/fiestas/Adviento/tiempo.htm


¿Por qué se celebra?

Latin ad-venio, llegar.


Conforme al uso actual [1910], el Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el Domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de Noviembre) y abarca cuatro Domingos. El primer Domingo puede adelantarse hasta el 27 de Noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de Diciembre, teniendo solo veintiún días.


Con el Adviento comienza el año eclesiástico en las Iglesias occidentales. Durante este tiempo los creyentes son exhortados a prepararse dignamente a celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo como la encarnación del Dios de amor, de manera que sus almas sean moradas adecuadas al Redentor que viene a través de la Sagrada Comunión y de la gracia, y en consecuencia estén preparadas para su venida final como juez, en la muerte y en el fin del mundo.


Simbolismo

La Iglesia prepara la Liturgia en este tiempo para lograr este fin. En la oración oficial, el Breviario, en el Invitatorio de Maitines, llama a sus ministros a adorar "al Rey que viene, al Señor que se acerca", "al Señor que está cerca", " al que mañana contemplaréis su gloria". Como Primera Lectura del Oficio de Lectura introduce capítulos del profeta Isaías, que hablan en términos hirientes de la ingratitud de la casa de Israel, el hijo escogido que ha abandonado y olvidado a su Padre; que anuncian al Varón de Dolores herido por los pecados de su pueblo; que describen fielmente la pasión y muerte del Redentor que viene y su gloria final; que anuncian la congregación de los Gentiles en torno al Monte Santo. La Segunda Lectura del Oficio de Lectura en tres Domingos están tomadas de la octava homilía del Papa San León (440-461) sobre el ayuno y la limosna como preparación para la venida del Señor, y en uno de los Domingos (el segundo) del comentario de San Jerónimo sobre Isaías 11:1, cuyo texto él interpreta referido a Santa María Virgen como "el renuevo del tronco de Jesé". En los himnos del tiempo encontramos alabanzas a la venida de Cristo como Redentor, el Creador del universo, combinados con súplicas al juez del mundo que viene para protegernos del enemigo. Similares ideas son expresadas los últimos siete días anteriores a la Vigilia de Navidad en las antífonas del Magnificat . En ellas, la Iglesia pide a la Sabiduría Divina que nos muestre el camino de la salvación; a la Llave de David que nos libre de la cautividad; al Sol que nace de lo alto que venga a iluminar nuestras tinieblas y sombras de muerte, etc. En las Misas es mostrada la intención de la Iglesia en la elección de las Epístolas y Evangelios. En las Epístolas se exhorta al creyente para que, dada la cercanía del Redentor , deje las actividades de las tinieblas y se pertreche con las armas de la luz; que se conduzca como en pleno día, con dignidad, y vestido del Señor Jesucristo; muestra como las naciones son llamadas a alabar el nombre del Señor; invita a estar alegres en la cercanía del Señor, de manera que la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie los corazones y pensamientos en Cristo Jesús; exhorta a no juzgar, a dejar que venga el Señor, que manifestará los secretos escondidos en los corazones. En los Evangelios la Iglesia habla del Señor que viene en su gloria; de Aquel en el que, y a través del que, las profecías son cumplidas; del Guía Eterno en medio de los Judíos; de la voz en el desierto, "Preparad el camino del Señor". La Iglesia en su Liturgia nos devuelve en espíritu al tiempo anterior a la encarnación del Hijo de Dios, como si aún no hubiera tenido lugar. El Cardenal Wiseman ha dicho:


Estamos no sólo exhortados a sacar provecho del bendito acontecimiento, sino a suspirar diariamente como nuestros antiguos Padres, "Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación." Las Colectas en tres de los cuatro Domingos de este tiempo empiezan con las palabras, "Señor, muestra tu poder y ven" - como si el temor a nuestras iniquidades previniera su nacimiento.


Duración y Ritual


Todos los días de Adviento debe celebrarse el Oficio y Misa del Domingo o Feria correspondiente, o al menos debe ser hecha una Conmemoración de los mismos, independientemente del grado de la fiesta celebrada. En el Oficio Divino el Te Deum, jubiloso himno de alabanza y acción de gracias, se omite; en la Misa el Gloria in excelsis no se dice. El Alleluia, sin embargo, se mantiene. Durante este tiempo no puede hacerse la solemnización del matrimonio (Misa y Bendición Nupcial); incluyendo en la prohibición la fiesta de la Epifanía. El celebrante y los ministros consagrados usan vestiduras violeta. El diácono y subdiácono en la Misa, en lugar de las dalmáticas usadas normalmente, llevan casullas plegadas. El subdiácono se la quita durante la lectura de la Epístola, y el diácono la cambia por otra, o por una estola más ancha, puesta sobre el hombro izquierdo entre el canto del Evangelio y la Comunión. Se hace una excepción en el tercer Domingo (Domingo Gaudete), en el que las vestiduras pueden ser rosa, o de un violeta enriquecido; los ministros consagrados pueden en este Domingo vestir dalmáticas, que también pueden ser usadas en la Vigilia de la Navidad, aunque fuera en el cuarto Domingo de Adviento. El Papa Inocencio III (1198-1216) estableció el negro como el color a ser usado durante el Adviento, pero el violeta ya estaba en uso al final del siglo trece. Binterim dice que había también una ley por la que las pinturas debían ser cubiertas durante el Adviento. Las flores y las reliquias de Santos no debían colocarse sobre los altares durante el Oficio y las Misas de este tiempo, excepto en el tercer Domingo; y la misma prohibición y excepción existía relacionada con el uso del órgano. La idea popular de que las cuatro semanas de Adviento simbolizan los cuatro mil años de tinieblas en las que el mundo estaba envuelto antes de la venida de Cristo no encuentra confirmación en la Liturgia.


Origen Histórico


No se puede determinar con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió ser anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos evidencia antes del final del siglo cuarto cuando, de acuerdo con Duchesne [Christian Worship (London, 1904), 260], era celebrada en toda la Iglesia, por algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6 de Enero. De tal preparación leemos en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto canon prescribe que desde el diecisiete de Diciembre hasta la fiesta de la Epifanía nadie debiera permitirse la ausencia de la iglesia. Tenemos dos homilías de San Máximo, Obispo de Turín (415-466), intituladas "In Adventu Domini", pero no hacen referencia a ningún tiempo especial. El título puede ser la adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente la mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia. Un sínodo desarrollado (581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana. El Sacramentario Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran reducidos a cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de homilías de San Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el segundo Domingo de Adviento. En el 650 el Adviento era celebrado en España con cinco Domingos. Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar durante este tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y otros con el equinoccio de otoño. Otros sínodos prohibían la celebración del matrimonio. En la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia del Adviento hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló de las fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención de este tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la Navidad, es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de ayuno y abstinencia que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete días. Pero un concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a la vieja regla desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para algunos de los Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no tienen liturgia especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.


FRANCIS MERSHMAN

Transcrito por Carl H. Horst

Traducido por Juan I. Cuadrado


...

Tomado de:

http://ec.aciprensa.com/a/adviento.htm

26.11 San Juan Berchmans, S.J.



San Juan Berchmans, S.J.
Fiesta: 26 de Noviembre

Es un modelo para los estudiantes que sueñan con un futuro mejor y tratan de cumplir con responsabilidad en la vida. Es el Patrono de la juventud de Bélgica y de los jóvenes de la Compañía de Jesús.


Niñez y juventud

Juan nace en Diest, en Brabante de Flandes, el 13 de marzo de 1599. El pequeño río Demer cruza la antigua ciudad y lame con cansancio las piedras de sus murallas. Las treinta torres y la del reloj son el orgullo de los devotos habitantes. Abundan las iglesias y también los viejos monasterios.

Juan es el hijo primogénito. Después tiene cuatro hermanos. Su padre, Juan Berchmans, es artesano, zapatero y curtidor de cueros. Tiene un taller, "La luna grande", en la calle del Castor. Su madre es Isabel Van den Hove, la hija del burgomaestre Adrián.

La ciudad, con sus pequeñas industrias y comercios, es ahora pobre. Las continuas guerras religiosas la tienen casi en ruinas. Solamente la fe católica permanece sin cambios.

Flandes desde los primeros años del siglo XVI ha sido un dominio de la corona de España. En los tiempos de Juan, cien años después, la parte norte vive en rebelión de independencia y se ha pasado a la Reforma. La parte sur continúa católica, pero se muestra dividida, entre flamencos y walones. Oscila, por mantener la fe, entre la fidelidad a España y su explicable nacionalismo.

Diest, la pequeña ciudad, ha sido saqueada siete veces, en 17 años, por holandeses, españoles, y los hambrientos.

La peste negra

En Diest la peste negra y la muerte se enseñorean en 1603. El burgomaestre Adrián Van de Hove muere el 11 de agosto. Las exequias solemnes y la presencia de todo el pueblo impresionan al pequeño Juan.

Una noche de 1604 los rebeldes protestantes dan la voz de guerra. Ocupan el mercado y el municipio. La campana de la torre toca con desesperación. Las corporaciones corren a las armas y se atrincheran detrás de la iglesia de San Sulpicio y defienden las dos puertas de la ciudad. En la casa de la calle del Castor Isabel Van den Hove y su hijo mayor velan y oran durante toda la noche.

El padre y el abuelo Berchmans están en las defensas.

En la escuela del mercado

A los siete años Juan es enviado por sus padres a la escuela primaria, en la calle del mercado, para aprender a leer y a escribir. Las clases se dan por la mañana desde las seis hasta las siete, y desde las nueve hasta las once; por la tarde de una a tres y de cuatro a seis. Los martes y jueves, en la tarde no hay clases.

Como la escuela est muy cerca de la iglesia de San Sulpicio, Juan la visita y se hace buen amigo del sacristán y los canónigos. Aprende a ayudar la misa y es un acólito importante en las liturgias.

Es buen alumno, dócil y piadoso. No tiene buena salud. Sus rasgos son muy flamencos. Es alto, rubio, de líneas angulosas y ojos azules. Una suave sonrisa lo hace aparecer muy agradable. Profesores y vecinos lo miran con cariño y simpatía.

Al cuidado de la madre enferma

Cuando Juan cumple 10 años, su madre queda paralítica y reducida a una silla de ruedas. Desde entonces Juan empieza a colaborar en todo, desde el cuidado de la madre hasta el de sus cuatro hermanos pequeños. Y lo hace con devoción, alegría y gozo. De su ropa y de sus hermanos se preocupan dos tías religiosas beguinas, María y Catalina Berchmans. Pero el pequeño Juan es, en verdad, el ángel de la enferma.

El padre está agobiado en el trabajo. Se encarga del taller, de los obreros y los clientes. De sobra sabe que debe dar la mejor formación a cada uno de sus hijos.

Se preocupa más cuando es nombrado para sentarse entre los señores del Consejo de la ciudad de Diest. El pequeño Juan debe continuar con los estudios comenzados.

En casa del canónigo Emmerick

Al terminar los estudios primarios, Juan pasa al Colegio para estudiar latín y humanidades.


El regidor Berchmans por una módica suma consigue que el canónigo premostratense Pedro Van Emmerick, párroco de Santa María, lo reciba en su casa y le sirva de tutor.


Con otros tres o cuatro muchachos, Juan ayuda en la iglesia, hace sus deberes escolares y recibe la orientación del sacerdote. Es costumbre, los muchachos que se educan con los eclesiásticos usan el traje talar. Desde el otoño de 1609 el pequeño Juan deja la casa de la calle del Castor.


En 1610 recibe la Primera Comunión. La biblioteca del canónigo es su sitio preferido. Con suavidad se va inclinando al sacerdocio. Una admiración mutua surge entre el muchacho y el premostratense.


Con frecuencia acompaña al párroco en sus viajes a las ciudades vecinas. Los muchachos de la casa lo llaman con el mote "el peregrino". Cuando Juan se distrae dicen: "Nuestro peregrino est otra vez de viaje". ¿Por qué lo apodan así?. ¿Son los viajes con el párroco?. ¿No dijo éste una vez que Juan visita las iglesias como si fuera un peregrino?. ¿O son las distracciones?. En el comedor, mientras comen, se lee en voz alta la Biblia y alguna vida de los santos. Mientras escucha, Juan parece estar absorto y en otro mundo.


En la tranquila casa del canónigo, Juan estudia durante tres años. No queda lejos de la calle del Castor. Una carrera, y est junto a la madre enferma. El padre y los hermanos menores no disimulan el orgullo y la alegría. A veces ayuda al padre en el taller.

Problemas económicos

Poco después, la situación económica familiar se vuelve m s difícil. La salud de la madre empeora y los niños han crecido. El padre del pequeño Juan ha sido nombrado mayordomo en la iglesia de San Sulpicio y debe contribuir a los gastos en el altar de la asociación de curtidores. Por lo tanto no cree estar en condiciones de cancelar el pensionado de Van Emmerick y pagar a Gualterio Van Stiphout los honorarios en la escuela.

Un día el regidor se atreve a decir las palabras que tanto ha pensado y no quisiera pronunciar: "Hijo, no puedo pagarte los estudios. Ya tienes 14 años y podrás ayudarme en el trabajo. "A tu edad yo podía ganarme la vida".

Juan está sentado a la cabecera de su madre. Se estremece. Con los ojos muy abiertos parece no entender lo que le dicen. Después con suavidad y lágrimas contesta: "Papá, puedo vivir a pan y agua, déjame estudiar. Quiero ser sacerdote". La madre también llora y acompaña al hijo en su anhelante súplica.

El padre se conmueve. Ese es su hijo, resuelto, cariñoso y lleno de piedad. No encuentra otro camino que aceptar. Decide entonces buscar medios extraordinarios. Es duro humillarse y pedir, pero por su hijo Juan est dispuesto a todo.


La respuesta la dan las dos tías religiosas beguinas de Diest. Ellas tienen medios suficientes. Con gusto aceptan ayudar a la madre enferma. Se llevan a los hermanos pequeños a su casa, durante el día y los devuelven en las tardes. Además, están seguras, conseguirán para el pequeño Juan un trabajo que le permita continuar con los estudios.

La gran ciudad de Malinas

Las tías beguinas cumplen la promesa. El canónigo Juan Froymont, chantre de la catedral de Malinas, acepta criados jóvenes a los que facilita estudiar en el Seminario. En Malinas ser m s fácil conseguir una beca para la Universidad de Lovaina.


Y así Juan, por primera vez, deja su pueblo de Diest en el mes de septiembre de 1612. En la casa señorial, "El lirio blanco", del canónigo empieza su nueva vida.


Malinas es m s importante que Diest. Es toda una ciudad. En ella vive el arzobispo Matías Van de Hove, primado de los Países Bajos. También el Supremo Tribunal de Justicia conserva allí su sede. Es cierto, ha sufrido por las guerras, pero conserva incólume la fe.


La vida en la casa del canónigo Froymont no es fácil. Hay otros estudiantes y es Juan el encargado de cuidar a tres pequeños holandeses encomendados al canónigo. Son éstos unos niños cuyo padre desea educarlos en la fe católica. Además Juan debe servir a la mesa, lavar los platos, y atender los encargos que le pidan. Juan est acostumbrado al trabajo, en especial al de una casa. Cumple bien y se gana la simpatía de todos. En la Escuela Superior de Malinas asiste a las clases de latín.


En "El lirio blanco", la casa del canónigo, pasa Juan su adolescencia, de los 14 a los 17 años, trabajando y estudiando. El canónigo lo aprecia. Para ‚l, el hijo del curtidor de pieles es todo un caballero.


La mejor prueba de la exquisita personalidad de Juan y su vida espiritual la dan tres de sus compañeros que lo siguen después al Noviciado de los jesuitas. De los tres niños holandeses, los dos varones ingresarán más tarde en la Compañía.


Uno de los pensionistas, luterano, declara en los procesos que, después de Dios, lo que más contribuyó a su vuelta a la verdadera fe, fueron las virtudes de Juan Berchmans.



Los jesuitas de Malinas


La Compañía de Jesús tienen en Malinas un Noviciado desde 1611. En 1615 abren un Colegio.


Los pensionistas del canónigo Froymont se incorporan al Colegio. En la Escuela Superior hay molestias por el cambio. El arzobispo empieza a mirar las cosas con gran preocupación. El canónigo se determina por apoyar a Juan en su decisión. Los padres de Berchmans sólo atienden al principio pecuniario. Juan no va a tener una beca en el Seminario Mayor. Juan Berchmans padre viaja a Malinas y trata de disuadir al hijo. El muchacho sabe hablar con su padre y lo calma. El prefecto del Colegio promete hacer lo posible para conseguir una beca en la Universidad de Lovaina.



En el Colegio de Malinas


Juan ingresa al curso de Retórica, el último de los estudios secundarios. También lo hace su amigo Francisco Boels, su compañero de aposento. Este Francisco es el luterano convertido en la casa del canónigo.


El P. Pascacio Van der Straeten, profesor de Retórica, se admira pronto de su nuevo alumno. El joven sirviente del canónigo Froymont est aventajando a todos y ha pasado a ser el primero de la clase. Es curioso, no se avergüenza de su humilde condición. Es sencillo y es simpático. Los alumnos aristócratas y nobles buscan su amistad.


Su director espiritual es el P. Antonio de Greeff, pero su mejor amigo, el joven jesuita Adriano Coels, en magisterio, quien dirige la Congregación Mariana. Las Congregaciones Marianas (hoy, Comunidades de Vida Cristiana, CVX) han sido fundadas en Roma, en 1563, por un jesuita flamenco y pretenden formar cristianos selectos bajo la protección de la Virgen María.



El discernimiento


En la Congregación Mariana se siente atraído a la Compañía de Jesús. Decide entonces hacer un discernimiento.


La dificultad está en las esperanzas que tiene respecto a ‚l su padre. En Diest el regidor es ahora el presidente del Consejo de los Diez. Su madre est algo mejor. Su hermano Adrián está estudiando. La familia espera mucho en el título y el apoyo del hijo mayor.


Por otra parte Juan admira la posición de los jesuitas respecto a las ideas de la Reforma. Admira al joven Luis Gonzaga, declarado Bienaventurado por la Iglesia. Ha oído hablar del heroísmo de los mártires ingleses. Ha leído las cartas del Bienaventurado Francisco Javier desde las misiones del oriente. Y en la oración siente que Dios lo llama.


Consulta mucho con los Padres Coels y de Greeff. Viene frecuentemente a buscarlos y a desahogarse. La respuesta es siempre la misma: "Tú eres fuerte y robusto, contigo mismo lo debes consultar". Reza y reza. Al fin toma una fuerte decisión.


En agosto de 1616 escribe a sus padres: "El Señor hace ya tres o cuatro meses está llamando a mi puerta de una manera sensible. Yo la he mantenido en cierto modo cerrada. Al fin me he determinado. He hecho voto de servir al Señor en la vida religiosa. Comprendo que a mis padres se les haga muy duro el separarse de su hijo. Tal vez Uds. me dirán, espera a terminar tus estudios de Filosofía. Después de las muchas oraciones que he tenido, s‚ que Dios me llama a la vida religiosa y concretamente a la Compañía de Jesús. Espero que Uds. no se opongan a Jesucristo".



Dificultades.


El padre viaja enseguida a Malinas. Viene decidido. Lo increpa con amargas quejas. Juan es un hijo ingrato. Sus padres no merecen tal castigo. Se han quitado el pan de la boca para que él estudie. No será, mientras ellos vivan.


Juan escucha, y los ojos se llenan con lágrimas. "Papá, no hables así", suplica. El hombre se desarma: ¿Con quién has consultado?. Sin malicia Juan contesta: "Yo me guiado con mi confesor el P. Antonio de Greeff, pero la decisión la he tomado por mí mismo. El Padre no ha hecho otra cosa que presentarme al P. Provincial". Enseguida Berchmans padre dice: "Voy al Colegio".


Allí se encuentra con un sacerdote de 27 años. "Este es el hombre que quiere robarme a mi hijo" se dice a sí mismo, apenas lo ve. Con dolor y vehemencia pronuncia palabras duras: "Padre, ¿qué ha hecho Ud. con mi hijo Juan?. ¿No sabía Ud. que me he cargado de deudas para hacerlo estudiar y que ahora no puedo prescindir de él?. Su deber es ser el sostén de la familia y Ud. me lo roba con ideas descabelladas".


"Perdón, señor Berchmans", contesta el jesuita con gran respeto. "Su hijo ha venido espontáneamente. Yo me limité‚ a cumplir con mi deber. Yo también soy hijo de un artesano zapatero y no sólo el mayor, sino el único hijo. También mi padre se opuso a mi partida. De esto hace siete años. Ahora está contento".


El padre llora. No sabe qué decir. Al P. Prefecto dice con voz dolorida: "Padre, buena beca ha procurado Ud. para mi hijo".

Desolado, el presidente de Diest ordena a Juan presentarse al convento capuchino y discutir con un pariente la descabellada vocación. Juan acepta y defiende con gran valentía su firme decisión. Hasta el arzobispo interviene, pero el muchacho no se deja convencer. Su amigo, el chantre Froymont est de su lado y esto es importante para Juan.


A principios de septiembre sus padres le escriben desde Diest con insistencia para que difiera el ingreso a la Compañía algunos meses. Juan contesta, como siempre cariñoso: "Me alegro mucho al saber de Uds. Gracias. No puedo desobedecer a Dios, por obedecer a Uds. He resuelto partir al noviciado dentro de 15 días. Espero que las oraciones de Uds. me ayuden a perseverar hasta la muerte".


Los padres, angustiados, le suplican viajar a Diest. El canónigo Froymont aconseja a Juan no ir. Juan entonces los invita a venir a Malinas. El canónigo agrega una postdata: "Señor Presidente Berchmans: Le suplico no deje de venir a verme, tan pronto le sea posible."


Ni aun en esta última visita logra Juan convencer a su padre. El pobre hombre llega a decir que es testarudez de su hijo. No va a oponerse, pero tampoco contribuir ni con un céntimo a los gastos.


Juan tremendamente decidido le contesta: "Papá, si la ropa que llevo me lo impidiera, estoy presto a despojarme, también de la camisa, y así entraré en la Compañía". ¿Recuerda acaso la frase de San Francisco de Asís?.



En el noviciado


El 24 de septiembre de 1616, a los 17 años y medio, ingresa al Noviciado de Malinas. El canónigo Froymont y sus compañeros de pensionado lo van a dejar. También están sus amigos los PP. de Greeff y Coels. Es un día muy feliz.


Sus compañeros novicios son casi cien. Cuarenta son de Holanda, otros cuarenta son del sur de los Países Bajos, el resto son ingleses. El maestro es el P. Antonio Sucquet.


En el noviciado, no hace nada extraordinario. Juan cumple sencillamente con los deberes diarios, en la mejor forma posible. "Si no me hago santo cuando soy joven, no lo ser‚ nunca. Seré fiel en las cosas pequeñas. Haré‚ cada cosa como si fuera la última de mi vida".


Las experiencias en la Compañía están señaladas por San Ignacio. Son siempre las mismas. El mes de Ejercicios es un consuelo para Juan. Es confirmación y desafío. La peregrinación y los hospitales son para ‚l muy llevaderos. La instrucción catequética de los niños le recuerda su trabajo con los tres pequeños holandeses de "El lirio blanco".


Una gran pena


Al terminar los Ejercicios le avisan que su madre está muy grave. Las costumbres de la época no permiten a un novicio de primer año dejar el noviciado.


Con profunda pena escribe en su carta: "Querida mamá: Durante ocho años de enfermedad Ud. ha bebido el amargo cáliz de la Pasión de Cristo. Ahora El está a su lado con los brazos abiertos. Yo sé que Ud. dice conmigo: Señor Jesús, he aquí a tu pobre sierva que con María está dispuesta a cumplir tu santísima voluntad. Jesús, ten piedad de mí. María, ampara a mis hijos que he educado con lágrimas en el temor de Dios. Te los entrego, sé para ellos una madre. Querida mamá, tenga mucho ánimo. Déme su bendición. Todos nosotros rogamos a fin de que Dios le conceda lo que más convenga. No me olvide nunca, queridísima mamá ".


El 1 de diciembre le avisan que ha muerto Isabel Van Hove. Juan llora largo rato en la capilla. Después escribe a su padre una carta de consuelo y de gran amor.


El presidente viaja a Malinas. Desea estar con el hijo querido y desahogar la pena. ¡Lo ama tanto!. "Hijo, deja estos lazos religiosos, v‚ a Lovaina. Te espera un brillante porvenir". Juan sufre: "Papá, ¿qué utilidad tiene el amontonar dinero?. Si quieres ser rico, entrégate mejor a Jesús".

Las palabras de Juan surten un efecto extraordinario. El presidente de Diest decide entonces hacer los Ejercicios espirituales y reanudar los antiguos estudios. El 14 de agosto del año siguiente, 1617, recibe la ordenación sacerdotal. Juan asiste conmovido.


En el segundo año de noviciado es nombrado Bedel del noviciado, es decir, coordinador de las actividades comunitarias. El debe encargarse del quehacer de esos cien novicios de Malinas. Coordina el aseo, las actividades de las clases, las reuniones de comunidad y el apostolado por los barrios de la ciudad. En ese tiempo, aprende el francés correctamente.


Amberes


El 25 de septiembre de 1618 hace los votos de pobreza, castidad y de obediencia. Debe empezar la etapa de los estudios.


Y al día siguiente, a pie, sale con sus compañeros hacia Amberes. Es la ciudad de Rubens. Juan goza con el arte y admira los trabajos de la iglesia dedicada a San Ignacio.


Comienzan las clases. Pero el 18 de octubre el Padre Rector le comunica que el P. Mucio Vitelleschi, el general de los jesuitas, ha pedido que dos estudiantes sean destinados al Colegio Romano. Uno ir a filosofía y el otro a teología. El Provincial lo destina, pues, a vivir en Roma.


Cuando se dispone ir a Diest, para despedirse de su padre, no tiene el consuelo de poder hacerlo. En Malinas recibe de los jesuitas la triste nueva de su muerte.


Decide no viajar. Est molesto y resentido, porque nadie de su casa le ha comunicado la noticia. Escribe una carta triste a sus abuelos y tíos, despidiéndose y encargándoles el cuidado de sus hermanos. Má s tarde dos de ellos ser n religiosos, Adriano misionero agustino y Carlos sacerdote en la Compañía de Jesús.


Dos días tristes pasa en su querido noviciado de Malinas. Abraza a su querido amigo Francisco Boels, ahora novicio. Al canónigo Froymont le deja una linda carta, pues no se encuentra en la ciudad.


Roma


El 24 de octubre de 1618, Juan Berchmans y su compadreo Bartolomé Penneman parten hacia Roma. A pie. Sobre la espalda llevan el hatillo de ropa, el bastón de peregrino en la mano. Son 1.500 km. Caminan 30 cada día. Van por París, Lyon, los Alpes y Mil n. La guerra est en Alemania. Se detienen, cuando pueden, en las Casas y Colegios jesuitas.


En la víspera de Navidad llegan en Loreto y a Roma el 31 de diciembre. La última etapa la hacen a caballo. En la capilla de la Storta, donde la Santísima Trinidad promete ayuda a Ignacio, hacen una larga oración.


En el Gesù, el P. Mucio Vitelleschi, general de la Compañía los abraza cariñosamente. La devoción de Juan queda satisfecha en los dos días de permanencia en esa Casa donde un día vivieron Ignacio de Loyola, Luis Gonzaga y Francisco de Borja.


En el Colegio Romano


El 1 de enero, uno de los padres del Gesù dice en el Colegio: "Ayer llegó un flamenco que parece un ángel". Como siempre las noticias corren, y cada cual quiere saber detalles.


Al día siguiente lo conocen y les parece muy simpático. Es un flamenco amable, piadoso y agradable. Juan recibe como aposento el mismo que años atrás ocupó San Luis Gonzaga. La comunidad está formada por unos cien jesuitas de diferentes naciones: españoles, franceses, flamencos y también lituanos.

Las clases de la Universidad son frecuentadas por unos 2.000 alumnos de diversas diócesis y congregaciones religiosas. Allí están los del Colegio Maronita, el Inglés, el Escocés, el Germánico, el Irlandés y el Seminario Romano.


Han llegado con dos meses de atraso. Por lo tanto deben esforzarse y ponerse al día. Para Juan esto no es problema. Se concentra, es ordenado y buen alumno. Estudia siempre en su cuarto de pie, delante de una mesa alta. Su latín es bueno y se siente preparado. Como es simpático, todos desean ayudarlo. Se distingue pronto como un amigo el italiano Luis Oliva quien después ser general de la Compañía.


Los escolares del Colegio Romano están divididos en dos grupos: los "Juniores", es decir los estudiantes de los dos primeros años de Filosofía, y los "Seniores", o sea los del tercer año y los de Teología. Los Juniores viven en el piso superior y los Seniores en el primero. Juan est entre los Juniores y asiste a las clases de Lógica y Metafísica.


La vida espiritual


Juan Berchmans est acostumbrado a la piedad. Ha sido devoto en Diest, Malinas y en Amberes. En Roma crece.


Por la Eucaristía siente un amor muy especial. Todos los días oye misa. Es una norma en la Compañía y él la vive con mucha seriedad. La recepción del sacramento no es diaria, pero ‚l la anhela. Se prepara con gran cuidado y prolonga su acción de gracias. Se desquita con agrado sirviendo las misas de los padres que no tienen ayudantes. Con frecuencia visita el Sacramento. Son unos minutos. Al terminarlas, deja encargados a Estanislao y Luis que siguen en su ausencia.


"La devoción a la Virgen María es un fundamento de mi vida", dice con cariño. La elige como protectora, de su santidad, salud y estudios. "Si yo amo a María, estoy seguro de mi salvación y de mi perseverancia. También puedo obtener de Dios todo lo que deseo y soy casi omnipotente. No descansaré hasta haber conseguido un amor tierno hacia mi Madre".


En 1620 escribe el voto de defender la doctrina de la Inmaculada Concepción. "Yo, Juan Berchmans, hijo indigno de la Compañía, prometo a Vos y a vuestro Hijo, a quien creo presente en este Sacramento de la Eucaristía, defender y propagar siempre vuestra Inmaculada Concepción (si la Iglesia no determina otra cosa). En virtud de lo cual firmo con mi sangre y con el nombre de Jesús, sello de la Compañía. Año 1620. Juan Berchmans. JHS".


El amigo de los santos


Los compañeros le preguntan por qué habla tan cariñosamente de Luis Gonzaga. "Porque es mi hermano" contesta con una sonrisa. Esta frase es característica. En verdad se siente como un hermano menor.


En especial muestra preferencia por los Bienaventurados Ignacio, Francisco Javier, Estanislao y Luis. Son los cuatro jesuitas que est n en los altares. Ignacio es el padre y lo ama profundamente. Más aun desde que lee su Vida en 1620. Francisco Javier es el modelo del apostolado de la Compañía. Estanislao y Luis son sus hermanos muy cercanos. Además Luis es el patrono del Colegio Romano y la renovación de los votos se hace en el día de su fiesta.


Todos hablan en Roma de la próxima canonización de Ignacio y Francisco Javier. Con orgullo escribe al P. Antonio de Greeff: "Yo mismo he oído al P. General declarar en presencia de siete cardenales que entre los milagros del Bienaventurado Francisco Javier se cuentan hasta resurreciones, con muchas pruebas, de manera que es imposible ponerlas en duda".



El buen religioso


Juan es pobre, obediente y casto. Esto lo afirman todos su compañeros y también los superiores. Los procesos jurídicos de su Causa est n llenos de excelentes testimonios.

Los votos son para ‚l una gran potencia liberadora, por la cual el hombre se hace de nuevo, vasallo de Dios y señor de las creaturas. La Compañía a la cual se ha entregado por los votos es para Juan una madre. Estas ideas las repite siempre.


La vida comunitaria es el marco donde él se desarrolla. Juan no tiene dificultades de vivir con otros. Así ha sido siempre. A las normas y costumbres de la Casa se acomoda fácilmente. ¿Es su carácter aprendido en Diest y cultivado en Malinas?. ¿Es su natural simpatía la que permite que lleve todo con tanta tranquilidad de espíritu?.


Es un religioso fácil, obediente, siempre disponible. Así lo atestiguan todos, sin excepción alguna, los que viven con Juan Berchmans. Por cierto, no hace cosas extraordinarias. El no pretende sobresalir. Hace bien lo que le corresponde hacer. Para muchos es un modelo. Él sonríe y quiere pasar inadvertido. Para todos es un santo amable.


Verdaderamente es un milagro que Juan Berchmans con su forma peculiar de santidad, hecha de perfección hasta en las cosas pequeñas, no hubiere ocasionado algún rechazo. Al contrario, los compañeros lo buscan y solicitan por ser natural, libre y lleno de alegría. No debería ser así. A nadie le gusta ver muy cerca los modelos intachables. Y sin embargo esa sonrisa y paz de Juan lo hacen ser buscado.


Su rector en el Colegio Romano, el P. Virgilio Cepari dice: "El atractivo de Juan es ser joven grave sin afectación, alegre sin ligereza. Trata con todos con afabilidad y gracia. Y aunque es serio y grave en su conversación, no es pesado a nadie, sino grato y querido por todos".


Se ha conservado el cuaderno de los apuntes que escribe desde el 22 de septiembre de 1619 hasta el 24 de julio de 1621. Es una joya. Con admiración se siguen sus deseos, sus propósitos, su examen general y el particular.



En el apostolado


Los domingos y festivos da clases de catecismo a los niños del populoso barrio de Trastevere. A veces acompaña al P. Gravita a la prédica en las calles. El Padre rector le encarga la instrucción religiosa de los auxiliares. Además ayuda en la distribución a los pobres de las comidas sobrantes.


No puede hacer m s. Esa es la costumbre. Por lo demás, él sabe que su primera misión es el estudio.


Pero su mejor apostolado, lo dicen todos, es su presencia y compañía. Son muchos los que admiran y se atreven a ser mejores.



El estudiante


En el estudio de las lenguas se esfuerza desde un comienzo. "Me admira, dice un Padre, que hablando tan poco y estando tan retirado, no obstante en poco tiempo haya aprendido a hablar tan bien el italiano y tomado el acento y pronunciación que corresponde. Pocos extranjeros he conocido que, incluso en mayor tiempo, hayan hecho tantos progresos".


Como cree que algún día podré ser capellán en la dura guerra religiosa de Flandes, además de repasar su francés estudia inglés y alemán. Todas esas lenguas hablan los soldados en la patria. Entre sus planes est el vivir un año en el Colegio Inglés y otro en el Germánico. No tenemos referencias de un estudio de la lengua castellana. Tal vez porque en Roma no existe un Colegio jesuita para españoles.


Para Berchmans los tres años de estudios en el Colegio Romano pasan muy deprisa. Al término de la Filosofía, el 8 de julio de 1621, defiende en público todas las tesis de la Escolástica.


El éxito de su defensa determina será señalado como representante del Colegio Romano para argumentar en un acto publico del Colegio de los Griegos. El Prefecto de estudios da como razón que Juan Berchmans es el mejor talento de la casa y los demás Maestros están de acuerdo.


El triunfo de Juan no radica en un esfuerzo puramente "voluntarista". La clave, hay que buscarla en la oración que se le ha hecho casi natural, en la devoción a la Virgen María y especialmente en el amor a la Eucaristía. "Vivo feliz en mi vocación y siento verdadero amor por la Compañía".


La enfermedad

La primera campanada de que algo anda mal en su salud, suena en diciembre de 1620. Empieza a tener fiebres. Puede ser la malaria, tan común en Roma, o una infección intestinal.


El 26 de enero muere el papa Paulo V. Juan est como ausente. M s de alguno atribuye esa ausencia a su virtud. En febrero Juan se excusa de asistir a la coronación del nuevo papa Gregorio XV. De nuevo creen ver un acto de modestia. En mayo de 1621, muere de tuberculosis su amigo y compañero de viaje, el flamenco Bartolomé Penneman. Juan Berchmans llora.

El 31 de julio asiste en la iglesia del Gesù con sus compañeros a la misa solemne y ora un largo rato ante la tumba de su Padre Ignacio. A la vuelta el compañero Bruno Bruni le pregunta: "Bien, ¿qué gracia ha pedido al Padre Ignacio?. Juan contesta: "Morir en la Compañía, sin faltar a las Constituciones".

El 6 de agosto, después del acto en el Colegio Griego, vuelve a casa con fiebre. El P. Rector lo envía a la enfermería. Ocupa el mismo cuarto en que ha muerto Luis Gonzaga. ¿Es una coincidencia?


Los últimos días

Las esperanzas de vida se pierden a los pocos días. El médico descubre una inflamación pulmonar irrecuperable. Juan est sin fuerzas.

El P. Rector Virgilio Cepari no se separa del lecho. Cuando están solos le pregunta: Juan, me parece que su estado de salud ha empeorado. ¿Si nuestro Señor quisiera llevárselo, tiene algo que pueda preocuparlo?. Juan sonríe: "No, Padre. Solamente temo que las buenas relaciones de la provincia flamenca con la romana se deterioren. Es de temer que los superiores cuando sepan que Penneman y yo hemos muerto, no quieran mandar ninguno más a Roma. Pero si Dios me quiere, hágase su santa voluntad. Yo me entrego totalmente, aunque mi deseo es m s bien andar el camino que me queda".

El P. Rector dispone que al día siguiente se le dé el Viático y el Sacramento de los enfermos. Cuando el Hermano enfermero Juan Bautista Ballerati se lo dice con lágrimas en los ojos, Juan sonríe: "Hermano, preparémonos. No me puede dar mejor noticia y alegría". Después le pide el crucifijo de sus votos, el Sumario de las Constituciones de la Compañía y el rosario. Emocionado dice: "Esto es todo lo que tengo. Buen Jesús, no me abandones". El Hermano llora.

Algo después le pide al Hermano que escriba lo que va a dictarle. Lentamente dice: "Pido perdón al Padre General y me arrepiento de haber sido un hijo indigno de la Compañía. Doy gracias a mi madre la Compañía de Jesús por los muchos beneficios que me ha hecho. Agradezco al P. Rector y a mis maestros todos los trabajos tomados por mí. Agradezco al P. Ministro y a mis Hermanos enfermeros su gran amabilidad. Doy gracias a todos los que me han visitado en esta corta enfermedad.


Deseo que el colchón se ponga en el suelo, para comulgar, y que mi comunidad se digne estar presente, ya sea de lejos o de cerca. No pudiendo abrazar a todos, ruego al P. Rector que lo haga otro por mí, conforme a la costumbre de la Compañía. Quisiera morir con la sotana de la Compañía puesta".

El Rector viene a verlo. Juan le pregunta si debe hacer una confesión general. El P. Cepari lo conoce demasiado bien y le responde no ser necesario. Así, solamente se confiesa de las faltas de los últimos días: "Me acuso de haber orado alguna vez con frialdad y con ánimo distraído. Prometo enmendarme. Me acuso también de no haber procurado excitar en mí un ardiente deseo de sufrir por Cristo".

El H. Balleratti entrega el papel dictado por Juan. El Rector lo lee y concede todo.

A la mañana siguiente acuden todos a la enfermería. El P. Cornelio a Làpide pregunta a su joven amigo si tiene alguna cosa que lo angustie. Juan muestra su mano abierta y con rostro alegre le responde: "Nada, Padre, absolutamente nada".

El Rector llega con el Sacramento. Juan está en el suelo, en su colchoneta. Al comulgar se pone de rodillas y dice: "Señor, no soy digno. Creo que estás aquí, Hijo de Dios y de María. Quiero vivir y morir como hijo de la santa madre Iglesia católica, apostólica y romana. Quiero vivir y morir como hijo de María y de la Compañía de Jesús". Con rostro feliz recibe el Viático.


Cuando llega el P. Asistente Teodorico Busao, el P. Cepari le pregunta si desea recibir el Sacramento de los enfermos. "Por supuesto, Padre", es la respuesta. Ninguno es capaz de contestar a la fórmula a duras penas pronunciada. No hace falta. El mismo Juan responde con voz muy clara a las preces litúrgicas.

El Rector se inclina y le pregunta si quiere decir alguna cosa a sus compañeros. Juan le susurra algo al oído. Entonces el Padre repite en voz alta sus palabras. "Si le parece a Ud., diga a los Padres y a todos que la consolación más grande que ahora tengo es ésta: desde que estoy en la Compañía no recuerdo haber cometido deliberadamente ningún pecado venial, ni haber faltado jamás a la obediencia de mis superiores".

El P. Cepari se retira para celebrar la Misa. El P. Piccolomini queda con el enfermo. Juan le dice con cierta picardía: "El Padre Rector está luchando con Dios, como Jacob, por mí". Es verdad. Cuando el rector regresa ‚éste le dice: "Juan, me he quejado un poco al Señor de que se lo lleve tan pronto". En el mismo día dos veces más dice Juan al P. Piccolomini: "El P. Rector me hace la guerra. Tengo miedo que se oponga a la voluntad de Dios". Cuando se lo dicen, el P. Cepari queda sorprendido, porque es verdad.

En la tarde lo visita el P. General. Bromeando le dice: "Hermano Juan, ¿quiere Ud. irse al cielo sin decirme nada?. Muy serio Juan contesta: "No, por cierto. Deseaba muchísimo verlo, para pedirle la bendición, darle las gracias, y especialmente para suplicarle el perdón de todas mis faltas".

Emocionado el P. Vitelleschi responde: "Hijo mío, no tengo nada que perdonar, pero la bendición te la doy con todo el corazón". Toma agua bendita y hace una cruz en la frente de Juan.

Junto a su cama está también su amigo y compañero de tres años Luis Oliva, el futuro General. Juntos rezan la oración que saben ambos de memoria: "María no me abandones. Tú no me has dejado nunca. Soy tu hijo. Tú sabes que lo he jurado". Luis Oliva dice: "No dudes, Juan. La Virgen, madre de misericordia, no abandona a nadie". Juan protesta: "Pero si yo no he dudado jamás, y no dudo ahora". Su voz tiene un tono extraño de descontento, como si alguien pueda poner en juicio su fidelidad a María.


La muerte

En la tarde del 11, el calor de agosto es sofocante. Juan est tranquilo y ora.

El P. Juan Gaudt le humedece las muñecas con vino de Belverede. "Mi enfermedad, cuesta mucho, sin duda", afirma Juan con ansiedad. "En Flandes podría ser, responde el buen flamenco, pero aquí en Roma este vino es muy barato". De inmediato Juan responde: "Si es así, no lo escatime, por favor".

Esa noche nadie quiere irse a dormir. El Rector los obliga a obedecer. Juan est verdaderamente mal. Con voz dolorida pregunta al enfermero. Le contesta que ya no queda nada por hacer. Entonces dice una broma: "Luego, ¿hemos llegado a la bancarrota?”.

El P Gaudt le pregunta si quiere que le lean algo de la Pasión de Cristo o la narración de la muerte de Luis Gonzaga. Con sorpresa de todos Juan escoge lo segundo. Cuando oye que Luis en su última enfermedad no dio muestra alguna de impaciencia, dice al crucifijo: "Señor, si en esto he faltado, perdóname". Después le leen que Luis, antes de morir entonó el Te Deum. Juan pide imitarlo y todos recitan el himno de acción de gracias.

De nuevo pide el crucifijo, el Sumario de las Constituciones y el rosario. Como le entregan un Sumario que no tiene las reglas de los estudiantes, pide otro. Y con alegría dice: "Estas tres cosas son mi tesoro y con ellas muero alegremente".

Hace un calor sofocante. Amanece de nuevo. Cuando despierta el enfermo, lo primero que dice es: "El P. Rector hace todo lo que puede para obtener del Señor que me deje vivir para mi Provincia, pero creo que no va a ser oído". Cuando entra el Rector le cuenta que está rezando por él.

El día 12 está algo más tranquilo. El P. Rector admite visitas. Vienen personas importantes. Es curioso, porque Juan es poco conocido en Roma. Un caballero noble es admitido. El P. Cepari le pregunta: ¿Conoce a este señor?. Juan con seguridad responde: "Por supuesto. Es el señor Jerónimo Martelli, bienhechor insigne de la Compañía. Si salgo con vida tendré que rezar los tres rosarios que le debemos por la fundación del Colegio de Spoleto, pero si muero, me acordaré de él en el cielo".

Hacia las tres de la tarde viene un estudiante de retórica, Francisco Gavotti, que desea entrar en el Noviciado. "Oh, qué contento estoy con mi nuevo Hermano", le dice riendo. Después le toma la mano y dice al P. Cepari: "Padre, éste será mi reemplazante". Durante el resto del día entran y salen las visitas. Recibe encargos y él los da también con entusiasmo.

El día 13, poco antes de las siete de la mañana está presente la comunidad. Antes de rezar las letanías de los santos, Juan pide que agreguen los nombres de los bienaventurados Ignacio, Francisco Javier, Estanislao y Luis. También pide que se nombren al P. Francisco de Borja, al P. José Anchieta y al H. Alonso Rodríguez. Después recita la fórmula de los Votos en la Compañía. No se aparta de su crucifijo, del Sumario y el rosario.

Muere a las ocho y media de la mañana, cuando suena la campana para el inicio de las clases. Es el día 13 de agosto de 1621. Juan tiene de edad 22 años y cinco meses.


La glorificación

Los dos mil alumnos del Colegio Romano ese viernes, apenas han entrado a clases. Con pena oyen el doblar de las campanas por la muerte de Berchmans. La consternación es grande. Los profesores interrumpen las lecciones para hablar de él.

En la tarde el desfile en la Iglesia es interminable. El oficio de Vísperas no puede terminarse en paz. Algunos fieles arrancan trozos de la urna, hasta las flores. Todos quieren un recuerdo. Se lo entierra en la capilla del beato Luis Gonzaga.

Al día siguiente, fiesta de la Asunción, m s de cuatro mil personas visitan la tumba.

En 1622 se inician los procesos de beatificación; primero en Roma, después, al año siguiente en Amberes. En 1625 el P. Virgilio Cepari es nombrado Postulador de su causa.

Los decretos del papa Urbano VIII, que impiden empezar hasta después de 50 años de la muerte, detienen el proceso. Se debe empezar de nuevo. La supresión de la Compañía en 1773 paraliza definitivamente esta hermosa causa.

Pío IX lo beatifica en 1865. El mismo pontífice lo canoniza el 15 de enero de 1888, conjuntamente con San Alonso Rodríguez, San Pedro Claver y los siete fundadores de los Siervos de María.

Al declararlo santo, el Papa dice: "En el joven Juan Berchmans canonizamos a las Constituciones de la Compañía de Jesús".

...
Tomado de:
http://www.cpalsj.org/
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2009/11/san-juan-berchmans-sj.html
...


23.11 Beato Miguel Agustin Pro SJ







Beato Miguel Agustin Pro SJ
Memoria: 23 de noviembre


Nace: 13 Enero 1891 Zacatecas México - Mártir: 1927.
Beatificado por Juan Pablo II: 25 Sept. 1988
Desde pequeño fue virtuoso y alegre. Entró en el noviciado jesuita a la edad de 20 años.


Fue exilado durante la revolución mexicana. Ordenado en Bélgica en 1925 a la edad de 36.
Regresó a México en 1926 sabiendo que la iglesia era perseguida y corría grave peligro. Además sufría del estómago. Ejerció un intenso ministerio bajo persecución hasta que en el 1927 fue acusado falsamente de estar involucrado en un atentado contra el dictador. Antes de que lo fusilaran perdonó a los verdugos. Murió, como muchos otros mártires mexicanos, gritando: "Viva Cristo Rey"

A partir del año 1825, el gobierno mexicano estuvo gobernado por hombres anticatólicos que quisieron exterminar la fe del país. Los buenos sacerdotes, religiosas y laicos tuvieron mucho que sufrir. Algunos murieron mártires, entre ellos nuestro querido y venerable Padre Pro.
¿Quién es el Padre Miguel Pro?
Miguel Agustín Pro nació el 13 de enero de 1891, de una familia acomodada. Su padre era ejecutivo en una pequeña villa minera en el estado de Zacatecas. A pesar de ello, Miguel creció con un corazón sencillo y libre de prejuicios. Lo que más añoraba, cuando niño, era el recorrer las minas para poder compartir con los trabajadores. Desde pequeño se distinguió por un gran sentido del humor. Era un verdadero cómico por naturaleza, lo cual le ayudaría enormemente en su ministerio sacerdotal.
Antes de terminar sus estudios Miguel comenzó a trabajar con su padre en la oficina de la mina. Allí sus talentos naturales se fortificaron y aprendió a hacer muchas cosas ya que captaba con gran facilidad los detalles. Podía, por ejemplo escribir 100 palabras por minuto.
Se hizo amigo de los mineros y pudo captar su modo de hablar y comportarse, que se diferenciaban mucho de los de su propia casa. En este amor a los pobres se ve la mano de Dios, ya que, años más tarde, siendo perseguido por las autoridades, el Padre Pro utilizaría todo lo aprendido en la niñez para defender a Dios y a la Iglesia.
Un talento que Miguel adquirió desde muy temprana edad fue el de caricaturista. Era capaz de captar, de manera exagerada, las peculiaridades en las caras de la gente. También aprendió a tocar la guitarra y el mandolín.
Miguel amaba a su familia, especialmente a sus dos hermanas, las cuales entraron a la vida religiosa. Esto enfureció a Miguel. Viendo cuánto había afectado a Miguel la entrada de sus hermanas al convento, su mamá decidió invitarlo a un retiro. De allí salió Miguel transformado y decidido a ser sacerdote jesuita.
El 11 de agosto de 1911 entró al seminario jesuita de El Llano, Michoacán. Tenía veinte años. En esta época contrajo una enfermedad mortal, la cual supo siempre ocultar muy bien detrás de su rostro alegre.
A pesar de sus comedias y gran sentido del humor, Miguel fue un novicio y religioso grandemente observador de la Regla y de sus estudios.
La persecución no detiene su vocación
En una ocasión fue preciso que todos escaparan del seminario debido a la persecución contra la Iglesia. Aquí comienza el capítulo en la vida de Miguel Pro como héroe de la fe y genio en escurrirse de los opresores, para poder cumplir cabalmente su vocación sacerdotal.
El riesgo se convirtió en el estilo de vida de los sacerdotes y religiosos de México, ya que incluso se había prohibido la celebración de la Santa Misa. Muchos fueron encarcelados, torturados y expulsados del país. Muy pronto, Miguel junto con otros seminaristas, recibieron la noticia de que debían marcharse y continuar sus estudios en California. Fue entonces la última vez que Miguel vio a su mamá en este mundo. Después de un tiempo, Miguel y sus compañeros embarcaron para España, en donde estuvieron cinco años.
Fue ordenado sacerdote el 31 de agosto de 1925.
Regreso a una Iglesia de catacumbas
El Padre Pro regresó a un México devastado. El pueblo cristiano resistía los abusos de gobierno; ante lo cual el presidente Calles había decidido gobernar con mano de hierro. Llegó, pues, a la capital, ciudad que se convertiría en su parroquia y, cuyos parroquianos vivirían como en catacumbas, siempre en secreto, en escondite continuo, huyendo de la policía.
Lo primero que hizo fue encontrar a su padre y a sus hermanos. Luego planeó la orientación del terreno y el método de operación. Y, enseguida puso manos a la obra. Implementó cada truco que había aprendido, cada disfraz para poder llevar a Cristo a las almas en medio de la severa persecución. Le era necesario estar en continuas artimañas para lograr evadir a la policía. Organizó Estaciones de Comunión a lo largo de toda la ciudad; estas eran casas donde los fieles venían a recibir al Señor en la Eucaristía. Los primeros viernes, el número de comuniones sobrepasaba los 1,200.
Se celebraban Misas por toda la ciudad antes del amanecer, se apostaban vigilantes por si llegaba la policía, con claves que cambiaban constantemente, etc. Se juntaban los ricos y los pobres en unos cuartos pequeños para adorar al Señor y recibirlo de manos de los sacerdotes. Los que querían confesarse, tenían que llegar a los lugares señalados, antes de la Misa; algunas veces a las 5:30 a.m. Era realmente una Iglesia de catacumbas, como la de los primeros cristianos. Un verdadero testimonio de la fe.
Respecto a la grave enfermedad que padecía el Padre Pro y que incluso lo había llevado a hospitales y casas de convalecencia, le escribe a su Superior Provincial: "Aquí el trabajo es continuo y arduo. Únicamente puedo admirarme del gran Jefe que me permite llevarlo a cabo. ¿Enfermedad? ¿Quejas? ¿Que si me cuido? Ni siquiera tengo tiempo para pensar en semejantes cosas; y a la vez me siento tan bien y tan fuerte, que de no ser por pequeños, pequeñísimos atrasos, bien podría seguir así hasta el fin del mundo... Estoy disponible para cualquier cosa, pero, si no hay objeción, solicitaría el poder quedarme aquí".
En este escrito se nota el gran amor que animaba el corazón del P. Pro: la dependencia de Dios; el olvido propio en medio del dolor físico y del peligro; el celo por el Señor y por su gente; y su obediencia a los superiores, representantes auténticos de la Voluntad Divina para un religioso.
El presidente Calles y la policía trataban de acabar con estas organizaciones secretas. Arrestaban a los católicos practicantes y en especial a sus líderes, los torturaban y mataban.



Ante la persecución, el Padre Pro nunca dejó su ministerio sacerdotal. Se valía de sus dones y, sobre todo, de su profunda fe para continuar valientemente su ministerio. Hacía unas maniobras que desconcertaba a la policía. He aquí algunas.
I) Mientras la policía lo buscaba de casa en casa para matarlo, él, muy campante, estaba en un teatro dictando conferencias espirituales a más de cien muchachas del servicio. Y ninguna de ellas contó a nadie dónde estaba el Padre Pro.
II) Iba el Padre Pro en un taxi y, de pronto se dio cuenta de que la policía lo venía persiguiendo en otro carro. –"Siga usted su viaje, sin detenerse"– dijo al taxista –"que yo me lanzo a la calle". Y así lo hizo. Pero para disimular el porrazo que se daba, echó luego a andar por la calle con caminado de borracho y diciendo palabras sonoras. La policía creyó que era un verdadero borracho y siguió adelante. Sólo unos minutos después se dieron cuenta los agentes de que el tal "borrachito" era el "Padre Pro", y se devolvieron corriendo, pero ya se les había escapado.
III) Un día en plena calle se dio cuenta de que unos policías venían en su busca. Entró entonces a una farmacia y, tomando del brazo a una hermosa señorita, le dijo: "Diga que es mi novia, porque, si no, me echan a la cárcel"–. La señorita aceptó, y la policía al verlo del brazo con una muchacha (él iba vestido de civil) creyó que éste no podía ser el padre que ellos buscaban... Unos momentos después llegó el sargento y al describirle ellos cómo era el "novio", les grito furioso: "¡Pues ese es el cura Pro!". Corrieron a prenderlo, pero ya se les había escapado otra vez.
IV) Estando el Padre Pro en un alto edificio, presidiendo una reunión de muchachos de Acción Católica, cuando menos pensaron, se hallaron con que la policía había rodeado el edificio. El Padre se escondió en un armario en el preciso momento en que entraba al salón el coronel, con dos pistolas en las manos, preguntando por "El Cura Pro". Los muchachos le dijeron que ellos no sabían dónde estaría dicho sacerdote, pero el militar, lleno de furia les gritó: "Tienen un minuto para que me digan dónde está ese padre, o los mato a todos". Mas en ese momento sintió que le colocaban un cañón frío en la nuca. Era el Padre Pro, que había salido del armario.
–"Suelte esas pistolas o muere", le dijo el Padre. El coronel, tembloroso, soltó las pistolas que fueron recogidas por los muchachos. –"Ahora ustedes huyan", gritó Miguel Pro a los jóvenes. Y éstos salieron apresuradamente a esconderse y salir luego por los subterráneos del edificio. Luego el Padre dijo con tono picaresco: "Y usted, señor coronel, vuélvase, para que vea con qué lo puse manos a lo alto y lo desarmé". El coronel dio media vuelta y vio con gran humillación que el cañón frío que había sentido con miedo en la nuca era el pico de una botella vacía. Con una simple botella vacía había desarmado el padrecito a un coronel que llevaba en sus manos pistolas cargadas.
Un mártir mexicano para la Iglesia
El movimiento tenía como líder principal al P. Pro y como lema: "Viva Cristo Rey". Así, en medio de escondites, incertidumbres, luchas, miedo, fe, valentía, dolor..., transcurrió cerca de año y medio. El presidente Calles lo mandó arrestar, acusándolo de haber sido responsable de un complot y de atentados y acciones revolucionarias contra el gobierno, siendo todo ello absolutamente falso.
Al final, para evitar que mataran a varios católicos que tenían presos, el Padre Pro se entregó a la policía,
Lo encarcelaron y le dieron sentencia de muerte. El 23 de noviembre de 1927, camino al lugar de fusilamiento uno de los agentes le preguntó si le perdonaba. El Padre le respondió: "No solo te perdono, sino que te estoy sumamente agradecido". Le dijeron que expusiera su último deseo. El Padre Pro dijo: "Yo soy absolutamente ajeno a este asunto... Niego terminantemente haber tenido alguna participación en el complot". "Quiero que me dejen unos momentos para rezar y encomendarme al Señor". Se arrodilló y dijo, entre otras cosas: "Señor, Tú sabes que soy inocente. Perdono de corazón a mis enemigos".
Antes de recibir la descarga, el P. Pro oró por sus verdugos: "Dios tenga compasión de ustedes"; y, también los bendijo: "Que Dios los bendiga". Extendió los brazos en cruz. Tenía el Rosario en una mano y el Crucifijo en la otra. Exclamó: "¡Viva Cristo Rey!". Esas fueron sus últimas palabras. Enseguida, el tiro de gracia.



Oración: Venerable Padre Pro, que supiste vivir tu vocación en las mas difíciles circunstancias, ayúdanos con tu intercesión a ser católicos valientes y no ceder ante la tentaciones de este mundo. Que nuestra vida, como la tuya, de mucho fruto para gloria de Dios y el bien de las almas. Amén.



Bibliografía:
-Dragón, Antonio. "Vida Intima del Padre Pro", Antonio Dragón, S.J. (México: La Buena Prensa, 1990)
-Lord, Bob and Penny, "Saints and Other Powerful Men in the Church", (California: Robert and Penny Lord, 1990).
-Sálesman, Eliecer, S.D.B.: "Lecturas Sabrosas", cuarta edic., (Bogotá: Ediciones Don Bosco, 1990).

Beato Miguel Agustin Pro S. J.

Beato Miguel Agustin Pro S. J. , cuando lo fusilarón murió gritando "Viva Cristo Rey".
Martir de la guerra Cristera en México en los años 1926 a 1929, en la cual se prohibio dar Misas por parte del gobierno del Presidente Calles.

...

Tomado de www.corazones.org
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2011/11/beato-miguel-pro-sj-martir.html
Subido a Youtube por IgnatiusdeLoyolaIHS el 26/09/2009


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Obama "indultó" a dos pavos por Acción de Gracias 2011, pero uno escapó


Obama "indultó" a dos pavos por Acción de Gracias, pero uno escapó

Como manda la tradición, el presidente de EEUU indultó a las aves, bautizadas como Liberty y Peace, en la víspera de la fiesta. Además, bromeó porque esa decisión no requirió la aprobación del Congreso




Con Peace ("Paz") ausente porque huyó durante la ceremonia, Barack Obama ofició la tradicional ceremonia del indulto con el otro pavo, acompañado por sus dos hijas, Malia y Sasha.
Las dos aves recibieron el perdón del Presidente y esquivaron una muerte segura en una fecha en la que los estadounidenses se comerán unos 45 millones de pavos.
El Día de Acción de Gracias, que se celebra el cuarto jueves de noviembre, es la celebración más tradicional de los estadounidenses y millones de personas viajan estos días para reunirse con sus seres queridos y aprovechar las grandes rebajas que comienzan con el llamado "Black Friday" ("viernes negro").
"Es uno de los peores días del año para ser un pavo", bromeó el jefe de Estado al comienzo de la ceremonia. "Algunos de ustedes saben que hace poco estoy tomando una serie de medidas que no requieren la aprobación del Congreso", dijo refiriéndose a la batalla que lo enfrenta a los republicanos desde septiembre, de presencia mayoritaria en la Cámara de Representantes, sobre un paquete de estímulo del empleo.
"Aquí hay otra. No podemos esperar a perdonar estos pavos", afirmó utilizando el eslogan de su campaña para convencer a sus compañeros de los méritos de su plan de 447 millones de dólares. "De lo contrario, terminarían rellenos junto al puré de papas", agregó.
Las dos aves, ambas de 19 semanas y 20 kilos de peso, fueron seleccionadas de un grupo de 30 criadas por estudiantes de Willmar, en el estado de Minnesota, el mayor productor de pavos de los Estados Unidos.
El primer perdón fue concedido por el presidente John F. Kennedy (1961-1963), pero fue en el mandato de George H. W. Bush (1989-1993) cuando la Casa Blanca oficializó la tradición previa al día de Acción de Gracias.
Obama, sus hijas y la primera dama Michelle llevaron, por la tarde del miércoles, otros dos pavos a un hogar para personas necesitadas en Washington.
"Agradezcamos por lo que tenemos. Tengamos en mente a los que menos tienen. Apreciemos a los que ocupan un lugar especial en nuestras vidas y asegurémonos de que ellos lo saben", pidió el mandatario a sus compatriotas.
Recordó, también, a los que no pueden pasar estos días con sus seres queridos, especialmente los militares que se encuentran en Irak y Afganistán, y les agradeció por su "increíble servicio y su devoción" hacia el país.
Fuente: AFP - EFE

Muchas personas piensan del día de acción de gracias como una maravillosa celebración, que les permite tener un largo fin de semana disfrutando de una suculenta cena. O tal vez, piensan que el día de acción de gracias es simplemente el principio de las celebraciones navideñas. ¿Cuál es el verdadero significado del día de acción de gracias? Catherine Millard escribe:

Podemos rastrear ésta histórica tradición cristiana de Los Estados Unidos, desde el año 1623. En noviembre de 1623, después de recolectar la cosecha, el gobernador de la colonia de peregrinos "Plymonth Plantation" en Plymonth, Massachusetts, declaró:

"Todos ustedes, peregrinos, con sus esposas e hijos, congréguense en la casa comunal, en la colina... para escuchar al pastor, y dar gracias a Dios todo poderoso por todas sus bendiciones."

De nuevo, el 1º de enero de 1795, el primer presidente, George Washington, escribió su famosa proclamación de acción de gracias, en la cual él dice que es…

"nuestro deber como personas con reverente devoción y agradecimiento, reconocer nuestras obligaciones al Dios todopoderoso, e implorarle que nos siga prosperando y confirmado las muchas bendiciones que de El experimentamos..."
El jueves, 19 de febrero de 1795, George Washington apartó así ése día como el día nacional de acción de gracias.

Muchos años después, el 3 de octubre de 1863, Abraham Lincoln, proclamó por carta del congreso, un día nacional de acción de gracias. “El último jueves de noviembre, como un día de acción de gracias y adoración a nuestro padre benefactor, quien mora en los cielos” en esta proclamación de acción de gracias, el 16º presidente dice que es…

“anunciado en las Sagradas Escrituras y confirmado a través de la historia, que aquellas naciones que tiene al Señor como su Dios, son bendecidas. Pero nosotros nos hemos olvidado de Dios. Nos hemos olvidado de la mano que nos preserva en paz, nos multiplica, enriquece y fortalece. Vanamente nos hemos imaginado, por medio del engaño de nuestros corazones, que todas éstas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría superior y por nuestra virtuosidad. Me ha parecido, apropiado que Dios sea solemne, reverente y agradecidamente reconocido como en un corazón y una voz, por todos los americanos…”


Por eso es que cada año en el día de acción de gracias, los americanos dan acción de gracias a Dios todopoderoso por todas sus bendiciones y misericordias durante el año, en todos los Estados de la Union Americana.