Déjalo todo y sígueme
¿Qué LLUEVA FUEGO SOBRE NUESTROS ENEMIGOS?
DOMINGO XIII - “C”
Lucas 9, 51-62
27 de junio 2010
ESTIMADOS AMIGOS:
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor. Hoy la Iglesia celebra el domingo decimotercero del Tiempo Ordinario, y presenta para nuestra reflexión y comentario el Capítulo 9 del evangelista San Lucas:
“51] Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén. [52] Envió mensajeros delante de Él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento. [53] Pero los samaritanos no lo quisieron recibir, porque se dirigía a Jerusalén. [54] Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?» [55] Pero Jesús se volvió y los reprendió. [56] Y continuaron el camino hacia otra aldea. …”
Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y que los consuma? Una expresión natural y espontánea, que tantas veces brota de nosotros mismos cuando hemos sido humillados, despreciados, no considerados. Tenemos ganas de que a la gente que nos ha hecho daño les caiga el cielo encima, deseamos que caiga una maldición sobre ellos.
Pero, ¿esta reacción espontánea se justifica dentro de un marco cristiano?, ¿Podemos alimentar un deseo de venganza por las ofensas y desprecios recibidos? Este es uno de los puntos cruciales de la doctrina predicada por el maestro de Nazaret. En ella, no solo, no esta permitido devolver mal por mal, sino, al contrario, se exhorta a poner la otra mejilla, a devolver bien al que nos ha hecho mal.
Pero, entonces, podemos preguntarnos, ¿ante las ofensas y desprecios que recibimos, debemos quedarnos tranquilos, sin reaccionar, como si fuéramos de mármol? ¿Debemos dejar pasar los insultos y desprecios como si nada pasase? Esto es verdaderamente duro, pero, cuando vemos que Jesús no solo se enoja ante el pedido espontáneo de sus discípulos de que llueva fuego sobre los samaritanos, sino que los reprende por haber pensado de esa manera, comprendemos que una reacción espontánea de venganza no esta en absoluto de acuerdo a sus enseñanzas.
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En efecto, vemos que Jesús, en el evangelio, pocas veces reprende a sus discípulos, pero cuando lo hace, lo manifiesta muy seriamente y en momentos claves, para que los discípulos nunca lo olviden. Así, por ejemplo, cuando Pedro le quiere impedir que vaya a la pasión ó cuando los discípulos estaban incrédulos de la resurrección. Y este era un momento clave. Había que entender que la doctrina nueva exigía un nuevo comportamiento. Ya sea que alguien te hiera, o que no comparta tu punto de vista religioso ó político, ó que no acepte tu carácter ó tu manera de pensar, en ningún caso se justifica la venganza.
Bien claramente Jesús les dijo en otra ocasión: “Ustedes han oído, que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». 39] Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. [40] Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. [41] Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos”. Doctrina dura, ¿verdad? Pero, ¿No será pedir algo que en la práctica no se puede cumplir? Efectivamente, parece algo imposible, pero para eso ha venido el Señor, para abrir un camino nuevo, que parecía imposible pero que es el único que lleva a la salvación. Por eso el Señor continúa:
[43] Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo». [44] Pero yo les digo: amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. [47] Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene esto de especial? También los paganos se comportan así”.
Esto explica por qué Jesús aquel día reprendió a sus discípulos. Quizás ellos no lo comprendieron, ni tampoco nosotros lo comprendemos ni aceptamos ahora. Pero hay muchas cosas que en el momento no se entienden, pero algún día podremos ver con claridad el valor de no ser vengativos y rencorosos sino aun amorosos de los que nos hacen mal, nos golpean e insultan. La reprensión del Señor debe resonar en nuestros oídos para que cada vez que estemos por salirnos de la ruta entremos nuevamente por el camino estrecho y difícil que conduce a la salvación.
Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTE
Y BIEN AMIGOS, así terminamos nuestro breve comentario a la liturgia de este domingo,
Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Te invito, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Lucas, Capítulo 9, versículos del 51 al 62, y trates de escuchar lo que el Señor Jesús, a través de él, te quiere comunicar:
Te agradezco muy sinceramente haber estado con nosotros,
Y nos encontramos el próximo domingo.
Homilia por el P. Javier San Martin SJ
http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2010/06/26
SAGRADO CORAZON DE JESUS . . . EN VOS CONFIO